No hay futuro me dijo
un pájaro agorero con mirada de arpía y
yo metí las manos
en el agua sonriente del río de la vida.
Olor de incienso me transmitía tu mirada.
Allí te encontré
pintado el rostro con ceniza
te miré en el espejo
detrás, donde el candado escondió las respuestas y
recordé tu nombre tu zodíaco pétreo
que agoniza en silencio con el pueblo olvidado.
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