Dionisio toma “champagne” que contiene un dulce sabor de almendras amargas. Brillan sus ojos en la oscuridad. Chispas de mil colores. Fuego fatuo. Cae sobre la alfombra con su cabello desparramado entre los muebles. Un acorde perpetuo vibra en la tormenta.
El ruido intempestivo, proyecta un
movimiento brusco sobre mi lecho. Me despierto. El terror me desorienta. Me
siento hamacado por un líquido agresivo. La inundación entra por todo los
resquicios de la casa. Él me llama. Quiero tocar el piso más el agua, que me
llega hasta la cintura, me lo impide. En la alfombra, cubierto apenas por una
bata azul, mi amante, yace. El largo cabello enredado en los pedales no le ha
permitido erguirse. Una parte del cuerpo comienza a flotar.
Salto inventando un arco de agua negra. Trato
de sostenerme y nadar. Estalla el ventanal y un torrente de fluidlo lodoso me
desploma. Busco desesperado a Dionisio mi gato. Lo último que escucho son los
maullidos. Gime desesperado sobre el piano.
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