jueves, 14 de diciembre de 2023

¡ESPAÑA, QUÉ MADRE PATRIA! De viaje, narrativa.

 


 

Llegué a Madrid en tres oportunidades y seguro volveré. La primera vez era muy joven y me divertí muchísimo. El paseo duró varios días y conocí Andalucía, con los típicos patios andaluces, las paredes repletas de geranios de colores que colgaban al estilo de los cuadros y visité los museos: el Prado, Sofía y otros que ya no recuerdo. ¡Cuadros enormes de las paletas geniales de Murillo, Goya, Pizarro y otros que había conocido a través de libros y películas! Fui a un Tablao donde un grupo de “gitanos” cantaban y bailaban flamenco mientras comíamos una opípara paella y participábamos del armadísimo retrato Calé. El patio de los Leones, La Alambra y el mercado de Sevilla.

Nunca olvidaré la imagen de la Virgen Macarena, es de tamaño humano, con una cara que desde donde se la mira, sonríe o llora. Tiene un manto todo orlado de piedras preciosas donadas en “promesas” por personas que dejan sus joyas en manos de la Madonna. ¡Es bellísima!

Se van borrando algunos recuerdos de ese viaje, pero recuerdo, sí, que me invitaron a ir a una corrida de toros y yo dije que ¡No! Me parece un horror lo que le hacen a los pobres animales. Se que es una tradición pero no disfruto de ese tipo de espectáculos.

Muchos años después volvía España. ¡Qué linda la encontré! Madrid estaba modernizada pero siempre protegiendo sus monumentos históricos. Caminar por la Gran Vía, viendo la variedad de marquesinas y negocios, la gente en los café tomando su “Chato de manzanilla con Tapas” es un gozo para nosotros, los latinoamericanos. Recorrí con mi amiga en el autobús Turístico todas las propuestas que había. Ese sistema, permite dar una vuelta entera a los principales sitios para conocer; al otro día un sube a él, y desciende en aquellos lugares que quiere visitar con tiempo y valorar obras de arte, monumentos, antiguos castillos, catedrales o pequeñas ermitas que tienen siglos de historia.

Finalmente tomamos un tren (el AVE) y partimos a Barcelona. Allí nos esperaba una amiga. Fue descubrir otra España, la del famoso arquitecto Gaudí. Que comenzó a construir la iglesia más original que he visitado, después de la de Sal en Colombia y de Don Bosco en Brasilia. Entrar en esa maravilla es no alcanzar el tiempo ni la mirada para tanta originalidad y belleza. Antonio Gaudí, no solo construyó la Sagrada Familia, es decir la fachada, sino que transformó Barcelona en un sin fin de estructuras mágicas: La Pedrera un edificio de departamentos súper original, un Parque y otros edificios más, hasta que un día siendo muy joven se accidentó y murió. Hoy es la atracción de los visitantes que no viajan para las famosas despedidas de “soltero/a” que han revolucionado la ciudad.

Ver jóvenes de diversos países de Europa, disfrazados, bebiendo como esponjas, gritando por las calles y bares…nos dejó perplejas y a mí, me hizo sentir muy vieja.

Me había propuesto conocer el lugar donde se veneraba a San Cucufatto, allí San Cugat en su idioma y la querida Azucena, nuestra amiga nos llevó al antiquísimo templo donde en un cuarto o quinto subsuelo, quedan restos de ese Mártir del siglo IV D.C.; con mi mochila al hombro ingreso al despojado templo y justo en ese momento se Consagraba la Santa Hostia. Lloré como tonta. Al salir, un acólito me pregunta: ¿De dónde eres? Cuando le dije que venía de Mendoza, Argentina…no lo podía creer. ¡Viene de muy lejos! Sí, del fin del mundo, del Sur de América. ¿Y de dónde eres tan devota de Cugat? Es una larga historia, pero he logrado que muchas personas lo amen. Se quedó pensando. ¡Pero sabes tú, me dijo, que no tenemos ni una imagen del Mártir!!!

Me imagino, en ese tiempo no había Internet, ni fotografía, ni creo pintores y menos para un pobre hombrecillo de Dios que decapitaron.

De regreso nos quedamos en un “mercadillo” en la calle. Una locura. Prendas hermosas por uno o dos euros, orfebrería exquisita por cinco euros…nos faltaban ojos y manos para tocar, revolver y finalmente abrir nuestros monederos y compara. Nuestra amiga moría de risa con nuestro entusiasmo, ya que para ellos es normal ese tipo de Mercadillos y en nuestro país, están prohibidos. Por su comida, por su gente hermosa, por su alegría y cultura, Amo a España. Y volveré, claro que volveré. 

 

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