La
mamá de Romina y la abuela salieron al Shopping para ver qué iban a comprar de
regalo para el arbolito. Cada una sabía lo que quería Nadima e Ismael; Uma y
Rocío, Laurencio, Rufino y Víctor, Carla, Josefina y Lorena. Después de caminar
varias horas sólo habían comprado tres. – Los precios, hija, están por las
nubes. Ni a mí, ni a tu padre nos sobra el dinero. – dijo triste la abuela.
Bueno
mamá veremos, en verdad
-¡Pero
los chicos ya no juegan con esas cosas!- Quieren la play station y la
computadora. Son los regalos que han pedido. – ¡Mamá son cosas muy caras y tienen que aprender que
hay muchos niños en el mundo que no tiene ni una pelota de goma para jugar!
Sí,
hija, es que hemos perdido el sentido de estas fiestas. Antes cuando yo era
joven… nos conformábamos con tener una rica comida y cantar villancicos juntos,
en la cena de Noche Buena.
Ves,
mami, somos nosotros los culpables de que ellos no sepan qué se festeja. ¡Es el
cumpleaños de Jesús! No una fiesta cualquiera. No sólo ese Papá Noel regordete
de refresco con renos y ruido de campanillas. ¿Qué podemos hacer para que sea
una Noche Buena diferente y hermosa?
Por
empezar leerles la verdadera historia del Nacimiento y mostrarles que debemos
estar muy feliz por ese suceso. Qué tenemos más cosas de las que necesitamos y
hacerles ver que con tantos juguetes, los rompen, los tiran y terminan peleando
por una simple pelota rota y vieja, a la que adoran.
Bien,
haremos una rica comida para esa noche y junto al Pesebre le pediremos a papá
que toque la guitarra y al tío Jorge el acordeón y cantemos y bailemos en
familia.
Y
así, esa Bendita Noche sin tantos paquetes junto al arbolito se divirtieron y
lo pasaron “Super bien”
Tolón-
tilín este cuento llegó a su fin.
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