martes, 27 de febrero de 2024

AMANECER

 

Recibí en la  alcoba enredada en el encaje

de mi almohada,

un latigazo blanco de ternura infinita,

y fueron las caricias

los suspiros dorados

las palabras silenciadas apenas,

con las cuales acarició mi piel.

y contorneó mi cuerpo.

Un ángel pálido estaba allí.

Recibió una poesía

de vino tinto, como ave fiel

al revolotear entre mis manos.

¡Sabor a damascos!

¡Aromas y susurros!

Aprecié

en el instante en que cayeron

sobre mi cuerpo

una cascada de besos.

Luego al clarear

amaneció en la alcoba

y ya,

el sol suavemente me envolvió

con poesías.

 

 

 

 

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