lunes, 12 de febrero de 2024

SOBRE EL PENSAMIENTO

 

            Nos arrastramos en el légamo azul de las palabras para intentar decir, sin prejuicio, el latido del alma; los sonidos de la piel, el sudor del cabello que cae desprendiendo un sueño sobre la sábana inerte.

            Las palabras saltan en la cuerda del Olimpo para prender los rayos del sol sobre los pinos. Se mecen en las velas de hule y en los palos mayores de la nave de Perseo.

            Crujen en la cubierta de un barco tras una joven Venus moderna sin bikini. Sobre la sombra de un volcán  que aterra con su fumata gris y el magma hirviente. Cada palabra y pensamiento, puede acabar con una vida, construir un reino, degradar al hombre al margen de la hostilidad y palpitar el encono de una guerra. Los pensamientos atrapan la garganta y escupen el tributo lapidario con palabras. Gimen alabanzas centenarias sobre lápidas de mármol olvidadas. A veces, emite el pensamiento un anatema en la palabra lúgubre de la siesta perversa de un amante.

            Se arrima despacio, solapada y crepita tinta en el papel del periódico nocturno de la última tirada de la redacción del diario. Mata. Sofoca. Delira. Soslaya. Enfurece. Alaba. Eleva. Percute como una cocarda o presea utilitaria. ¿Quién no ha temblado frente al papel sin la palabra justa que describe el sentimiento? Torpe de toda torpeza, con la pluma derritiéndose entre los dedos heridos con el fuego del silencio.

            Sin embargo… es lo que nos hace humanos y semejantes al Dios Trío y Él nos ama en su mutismo. ¡Hombre, piensa y usa la palabra!

 

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