La puerta de la nave, arca de incienso.
Se ha cerrado al paso del aliento del silencio.
No supiste esperarme a sotavento.
Si volviera a mi puerto tu mástil de esperanza,
me lanzaré en el viejo remolino de los días
pasados en tu oriente.
No volveré a soñar porque los hijos....
son las marejadas de néctar que regala el barco de la vida.
y se van perdiendo como pétalos de flores en un ánfora
se despiden con las manos enroscadas en guirnaldas de amor
nos sonríen a lo lejos mientras traspasan el verano con su aliento.
Son la verdad de la vida en adioses.
Son la esperanza del camino en la puerta
Donde hay aguas claras que limpian el cielo.
Por ese amor en espera, en dudas imprecisas.
Mi destino....una despedida.
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