Escuchó la frenada de la chata del
“Mingo”. Siempre terminaba el recorrido a las cuatro de la mañana. ¿Qué había
sucedido ese día, si apenas se oyeron las once campanadas de la iglesia de
El griterío de los vecinos alertan
que hay un conventillo quemándose a dos cuadras.
Su madre se quedó viuda con diez
hijos y mucha hambre. No le hicieron nada, vino Don Antonio, el patrón y se
hizo cargo de su padre y de nosotros por unos meses, mientras conseguía
sacarnos del pueblo. Así llegaron a
Ahora se escuchaban las sirenas y los frenéticos silbatos de la policía, no podían con el fuego que se estaba extendiendo hacia el sur.
Sintió el ruido de los tachos con
agua y arena y al Mingo ayudando. Trajo una familia de rusos que se habían
quedado sin nada, los trajo con lo puesto. Y la pena me achicharró el corazón.
Me acordé de mi pobre madre cuando comenzó con la tos y la sangre. Escupía
sangre. Hasta que la internaron y al poco tiempo murió. El médico me dijo que
era por tisis y que esa “santa mujer” se había consumido casi sin comer para
que nosotras comiéramos algo. Así fue que crecimos flacas y pálidas como los
fantasmas, pero cuando conocí a Mingo, que trabajaba en
Un alfeñique que la lleva a las
milongas a bailar “tango” y ella contenta. Se viste con una ropa muy impúdica.
¡Si la viera mi madre, le daría de golpes…! La oyeran cantar… sabe todas las
letras y se para como
¿Me pregunto qué
voy a hacer con esta gente? Abren esos ojos de cielo como si me los fuera a
comer. Mejor les doy de cenar y un buen puchero les calma esa mirada de terror.
Mingo trae un cura de
Salen con él. Y yo le doy unos billetes, pocos, son mi paga de la ropa que lavé ayer, para algo servirá. Me besa la mano, el hombre de ojos tristes y la mujer también intenta, pero yo la escondo y les digo chau. Lléveselos señor cura. ¿Adónde los lleva?
Los manda por tren a San Juan una
provincia del interior y me cuenta que es parecida a mi tierra. ¡Qué dicha! No
hay como la tierra de una, pero el Mingo quiere vivir acá. El trabajo y sus
amigos están en esta zona de conventillos. Escucho en la radio un tango. ¿Qué
querés con ese loro? Y me doy cuenta que los que se fueron con el cura se
dejaron olvidada la jaula con el loro… y ahora entiendo que canta igualito que
mi hermana,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario