lunes, 9 de enero de 2017

XXXIX

En la larga esfera de la tarde
el estrépito de un sol incandescente
me dibujó una sonrisa
inaugurando sequías
continué en silencio
una tarde de invierno
junto a la acequia
pero necesaria mi alma
contempló mi rostro desangrado
en espera de sueños confiscados al exilio
comprendí que no era mi materia
debí soñar despierta
abandoné a esa amiga antigua, mi utopía       
en un desierto de extraños y
pensamientos añejos.
Tú, muy lejos gritabas mi nombre,
sin respuesta mi cuerpo y  la garganta.
Gritabas mi nombre en mil idiomas extraños
mi cuerpo era un arpegio de silencio.

Era un erial secreto con un fantasma de aguas cristalinas.

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