Caen magnolias sobre las sábanas marchitas
Suave y desganada una mano yace como grulla perdida
El poeta bebe un vino desflorado entre espinas
muy rojo y perfumado, entintado y promiscuo.
Un seno marmóreo atisba el lecho descubierto
con susurro de aves emplumadas de pétalos albos
hay peces de colores merodeando en la estancia
en penumbra con murmullos y suspiros.
Huyen unos ángeles al inquieto espacio azul.
Otra noche perdida en el infierno.
Late un armonio en melodía de encanto
Y el agua de la cascada
esparce el nombre de Venus
que prometida a la luna se convirtió
en esa Venus incestuosa de enero.
La sábana se arremolina en el lecho despierto.
Rueda la copa sobre la piel sudorosa, afiebrada
mientras el poeta besa el vientre de la luna.
Seda blanca y encaje atrapa una pierna desnuda
sedienta de lisonjas, cascabeles de vidrio,
caricias sin palabras del poeta silencioso en la noche.
Comunica plañidera la aurora un tiempo de relojes
que armoniza en el lecho cuajado de magnolias.
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