miércoles, 18 de enero de 2017

CAMINO



 
Tú, entrenando el silencio para encontrar al niño adormecido,

acostumbrado a los pájaros que roban las ciruelas maduras,

al zorro escondido entre los arbustos de espinos.

Queremos robar el sueño evitando el castigo de ser acorralados.

Caza mayor o menor, tal vez nos anime a perseguir con pie desnudos

el poder sobre ellos. Somos insensibles al temor

que apesadumbrado nos ataja en el miedo de no ser.

 

El tiempo, nos está alcanzando y pisa mis talones.

La urgencia castiga con fatiga, los huesos y los ojos asombrados.

Quisiera aparentar que soy aquella, esa que corría por el césped descalza.

Sorprendida con el rubor del beso robado en los rincones.

Pero soy esta, avejentada, con penas en estandartes al viento,

enarbolando tristezas en banderola de lágrimas.

He perdido amores y recuerdos. Me pierdo en la memoria.

Se desplaza una lágrima dorada en mi pecho,

un añejo resplandor de lluvia que se empeña en perderse

como si el tiempo fuera arena movediza. Se escurre.

 

He comenzado el camino.

Si me acompañas seguiré caminando descalza hasta el final.

 

 

 

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