miércoles, 25 de enero de 2017

CUENTO CORTÍSIMO


Entró en forma clandestina en la casa. Un arrebato de silencio lo envolvía. Franco caminó tratando de no pisar las maderas rotas del piso. El viejo seguro que dormía. A esa hora, Nemesia sin duda le servía una sopa fuerte de huesos y verduras y sentado en el sillón se dormía hasta la madrugada, en que entraba un rayo de luz por la ventana. Todo revuelto y sucio. El olor a moho penetraba la nariz del más sencillo. Abrió el ropero donde el anciano guardaba la pistola. Envuelta en un paño apolillado estaba como un pájaro muerto. Salió tal como entrara. Parecía un fantasma.
Eso mañana, encontraron al viejo dormido, muerto y con una sonrisa dibujada en el rostro desdentado. Nunca se enteró que Franco había ido a marcar con una anémona roja, la frente de su amante en el motel.


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