Tener en las manos pétalos de seda
besos tibios con
sabor a niebla
pasto azul de
espuma de trigales
que se recuestan
en sueños volando a un confín de oro
dunas escarpadas
con aljibes secos.
Palabras sin
néctar de duraznos violetas
mariposas
pobladas de sangre de planetas
brillante noche
en riesgo de una guerra perpetua
sin otro hogar
que un silbo del viento
ojos prendidos a
pájaros de hielo
nácar que
atraviesa un jardín de tormentas
donde la diosa
del amor moviliza una gema de fuego
en la mirada de
los hombres
con ráfagas
doradas de belleza y
en el cuerpo
ejercitando la promesa de un amor
apasionado que
procrea lirios
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