Mi padrastro me contó que nunca ha podido viajar en vacaciones.
Conoció a un compañero en la quema, y él, que es “su amigo”, en un descampado
descubrió un auto viejo. Está destartalado, pero todavía sirve. Puede usarse a
pesar de lo roto que está. El “Mono Coria”, su compadre, es mecánico. Un
desocupado más de la Fiat ,
dijo que lo ayudará y lo arreglarán. Los repuestos los van encontrando en la
quema.
¡Hay cada cosa en la
cava! Yo encontré juguetes casi nuevos y
mi abuela, una máquina de coser, a la que le faltaba sólo una parte. Después
localizaron en la calle Azcuénaga el pedazo que faltaba y se la arreglaron. Mi
abuela cose y gana plata para poder comer algo de carne. ¡Bueno sigo con la
historia del coche! Así es que su compañero, lo invitó a conocer el Tigre y
allá fuimos en la chata de Coria. “¡Debe
ser igualito a vivir un viaje de vacaciones!”, dijo mi padrastro.
El auto estaba lleno.
Llevábamos en una canasta: milanesas, huevos duros y bananas. Don Pancho trajo
Coca Cola y una damajuana de vino de San Juan, que le regaló un vecino. ¡Una
fiesta! La abuela me había arreglado un pantalón y una malla. Mi mamá se hizo
un vestido con una cortina que hallé en plaza Francia.
El viaje fue muy divertido. ¡Tanto que no me voy a olvidar jamás
lo que vi! El río estaba algo revuelto, según dijo don Pancho, el amigo del
Turco, mi padrastro, porque hay inundaciones en el Paraná alto. Por eso hay que
tener mucho cuidado. Está prohibido nadar a orillas del Río de la Plata. Está
contaminado, parece.
Me imagino lo lejos que queda el
lugar. Nos cruzamos con toda clase de pájaros. En la quema he visto muchos
pajarracos, pero estos eran muy bonitos. No había perros, y los que divisamos
por el camino, eran de esos caros que llevan las señoras por La Recoleta. ¡Allí me
regalan cosas buenas!
¡Me encantó ir en auto! El aire te
golpea despacito la cara y el cuerpo. Los árboles pasan corriendo a tu lado y
no alcanzamos a agarrarlos.
Creo que debe ser relindo ir de
vacaciones más lejos. Me encantaría conocer Mar del Plata. Dicen que el mar es
más grande que el río y que no termina y que las olas te llevan y traen
arrastrándote, revolcándote, por la arena.
Lo vi en la tele, en la
Mirta y en Susana, la tele de don Pancho. Nosotros teníamos
una y se la robaron una noche que fuimos a ver fútbol. Boca y Vélez. Ganó
Vélez. ¡Qué cagada!
Dios quiera que don Pancho nos lleve
algún día a mi abuela y a mí al mar. Por ahora vamos de vacaciones al Tigre y
nos bañaremos en el río. ¡Me encanta tanto como jugar al fútbol!
Inspirado
en el cuadro “Juanito laguna de vacaciones” del pintor argentino Antonio Berni.
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