miércoles, 29 de julio de 2020

EL ADIÓS




He pasado apretando los puños,
descalza entre la niebla,
solitaria en la tarde de papel y sonrisas.
Las cuerdas y mis voces en silencio arrebatan aplausos
de la historia que olvida en su camino
una calle empedrada de sueños.
Necesito abolir a la distancia el recuerdo de mi infancia,
las añejas calesitas despobladas de amigos,
allí donde cabalgaba mi inocencia adamascada y
los suspiros en la grupa de lágrimas dormidas.
Atrapando los ayeres perfumados de incienso
El pasto ensangrentado.
Los viejos candelabros de plata adormecidos
en el albo mantel.
La copa desgarrada en gritos de vino consagrado
al Dios de mi esperanza.
 El pan caliente.
El olivo.
Necesito callar los pétalos caídos
que susurran palabras de nostalgia
de esta niña mimada del silencio y la lluvia.
Un almendro sin flores, sin muñecas ni grillos...
Mis manos despojadas.
 A la distancia un sol anaranjado.
Una estrella de rostro almibarado
jugando a las canicas de bella porcelana.
Ya no juego, canto en la brisa, transporto caracolas.
Mi playa está desierta de gaviotas y de espuma.
Y el adiós el adiós sin rostro y sin palabras.


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