Y en un momento cerca de la isla de Creta caminé acongojado pero enajenado por la dicha que llenaba de un nuevo estertor mi vida. Quería compartirlo con él. Hacía por lo menos un invierno y una primavera que no veía a mi gran amigo. La tarde acompañaba mi soledad momentánea y sólo atiné a caminar montaña arriba sobre el árido costado de los riscos. Pensé que cada acto tiene encerrada las consecuencias y traté de prevenir mi espíritu para cualquier acontecimiento que pudiera castigar mi cuerpo y mi alma. De pronto entre las sagradas piedras de ese imponente lugar surgió la voz estremecida y suplicante de "Tixio" mi pobre amigo.
Mi vista no podía
comprender qué lo había llevado a semejante situación extrema. Observé
desalentado su pobre cuerpo y volví mi
oído y mi espíritu hacia él. Comprendí que los "dioses" habían hecho
presa de su Yo.Medité un segundo y comencé a
demandar...
-¡ Tixio, Tixio!
escúchame pobre amigo!. ¡ Tú que estás amarrado a la " sagrada piedra de
los diose del averno" ayúdame con tu suplicio a sublimar mi alegría !.
-Amigo mío ¿cómo puedo
ayudarte ? si a cada rato mi espanto se avecina y mi dolor me desgarra. ¡ La
sangre me calienta el rostro y mis entrañas se queman con el fuego del infierno
! -
-Yo he descubierto el
Amor y es tan prohibido como que la
diosa Afrodita es la que me impide acercarme a "ella". Destruye esta
emoción y este delirio...una lágrima tuya, Tixio, mi amigo, congelará mis
fuegos y pasiones.
- ¡ Cáyate ya Horacio
y vuelve tu rostro cálido hacia la "diosa" Afrodita y Eros que verán en tu mirada el
gozo del amor y te serán propicios ! -
-Creo que no he visto
mayor sufriento que tu castigo. ¿Qué provocó la ira de Zeus o de Cronos? ¿Acaso
fue Atenea o las Furias? Me conmueve ver tu bello cuerpo y tu rostro así
inmolado.
- Amé a un hombre
equivocado. Era un semidiós que se escondía entre las ropas más bellas de mujer
y su cuerpo me fue negado y su alma anda expiando su pecado entre las iras del averno.
Yo pequé y estoy aquí como me ves Horacio.
-¿Acaso yo no cometeré
el mismo descuido? Quedaré como tú y el
terror me enmudece.
-Nó, tú Horacio triunfarás sobre
la muerte. Contigo el Olimpo será benébolo y te prometo... ganarás la
partida.
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