lunes, 1 de julio de 2024

TIXIO

             Y en un momento cerca de la isla de Creta caminé acongojado pero enajenado por la dicha que llenaba de un nuevo estertor mi vida. Quería compartirlo con él. Hacía por lo menos un invierno y una primavera que no veía a mi  gran amigo. La tarde acompañaba  mi soledad  momentánea y sólo atiné a caminar montaña arriba sobre el árido costado de los riscos. Pensé que cada acto tiene encerrada las consecuencias y traté de prevenir mi espíritu para cualquier acontecimiento que pudiera  castigar mi cuerpo y mi alma. De pronto entre las sagradas piedras de ese imponente lugar surgió la voz  estremecida y suplicante  de "Tixio" mi pobre amigo.

            Mi vista no podía comprender qué lo había llevado a semejante situación extrema. Observé desalentado su pobre cuerpo  y volví mi oído y mi espíritu hacia él. Comprendí que los "dioses" habían hecho presa de su Yo.Medité un segundo y comencé a  demandar...

            -¡ Tixio, Tixio! escúchame pobre amigo!. ¡ Tú que estás amarrado a la " sagrada piedra de los diose del averno" ayúdame con tu suplicio a sublimar mi alegría !.

            -Amigo mío ¿cómo puedo ayudarte ? si a cada rato mi espanto se avecina y mi dolor me desgarra. ¡ La sangre me calienta el rostro y mis entrañas se queman con el fuego del infierno ! -

            -Yo he descubierto el Amor  y es tan prohibido como que la diosa Afrodita es la que me impide acercarme a "ella". Destruye esta emoción y este delirio...una lágrima tuya, Tixio, mi amigo, congelará mis fuegos y pasiones.

            - ¡ Cáyate ya Horacio y vuelve tu rostro cálido hacia la "diosa"  Afrodita y Eros que verán en tu mirada el gozo del amor y te serán propicios ! -

            -Creo que no he visto mayor sufriento que tu castigo. ¿Qué provocó la ira de Zeus o de Cronos? ¿Acaso fue Atenea o las Furias? Me conmueve ver tu bello cuerpo y tu rostro así inmolado.

            - Amé a un hombre equivocado. Era un semidiós que se escondía entre las ropas más bellas de mujer y su cuerpo me fue negado y su alma anda expiando su pecado entre las  iras del averno.

Yo pequé y estoy aquí como me ves Horacio.

            -¿Acaso yo no cometeré el mismo descuido? Quedaré como tú  y el terror me enmudece.

            -Nó,  tú Horacio triunfarás  sobre  la muerte. Contigo el Olimpo será benébolo y te prometo... ganarás la partida.

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