El aire frío del mar golpeaba sin pudor los rostros de los viajeros. Mercedes se pasó la lengua por los labios y sintió un sabor amargo y salado.
-Tatita, usted no debe tomar frío, ya se lo ha dicho el médico no puede tomar más láudano ni el otro remedio que tomó mientras cruzaba la cordillera.- La jovencita arropó a su adorado padre y se acomodó con un libro junto a él, en una reposera de madera. Su papá dormitaba al sol, soñando tal vez con las ásperas rocas de Los Andes o con otro barco, el que lo llevó al Callao, a Perú.
No
tardó mucho en llegar el bergantín "
-
Un día me enteré que me querían nombrar rey y coronarme, allá en Lima y ¿sabes
qué hice? Los puse presos, a un caballero don José Ignacio de Ávila y a dos
capellanes de un hospital Santa Ana y los declaré enemigos de las Américas, yo
soy tan sólo el príncipe de la única princesa ¿Sabes quién es? La estoy mirando
y don José reía con una sonora carcajada. Guayaquil ladraba con fuerza y
- Papito, ¿ es cierto que en "Cancha Rayada " los godos fueron muy crueles con los criollos?- preguntaba Merceditas con curiosidad. ¿Y en Francia, tatita, podremos tomar mate? ¿Y es verdad que el convento donde viviré deberé hablar sólo en francés y que allí no hay niñas que hablen "la castilla" ? - y así mareaba a su padre con tantas preguntas que el buen general trataba de responder rápidamente.
Cuando el gigante de Los Andes, se retiraba a su camarote para descansar, un dolor profundo llenaba sus interminables noches, había perdido a su esposa y había tenido que salir de su amada Patria. Mil preguntas se hacía sobre el futuro de Mercedes, pero la educación de su adorada Chiche en lo amorosos brazos de la abuela Tomasa, no era buena. Su pequeña era muy mimada por ella y toda la familia Escalada. Comenzaba a ser caprichosa e inútil, ya que la anciana no permitía que aprendiera todo lo que una mujercita debía saber, para ser una excelente esposa y madre, a su debido tiempo. La distancia entre Francia y Buenos Aires le darían todo lo necesario para que fuera “Su Princesa”.
El 23 de abril , llegaron a El Habre, el puerto era un hervidero de gente con ropas totalmente diferente de la que usaban los viajeros, hacía calor y se olía un desagradable perfume. Un desenfrenado ir y venir de personas intentando capturar la atención de los viandantes, los dejó atónitos. En medio de ese loquero encontraron al tío Justo Rufino, hermano mayor de Tatita y salieron entre los apretujones y el griterío. Se abrazaban con enorme emoción. ¡Cuántos años sin verse! Las noticias de América eran muchas y algunas sin fundamento, otras hablaban de heroicos hechos o tristes verdades.
Después
de recorrer la ciudad, conocer el paseo de"Ingouville" especie de
feria o circo, la calle del viejo Palacio Real,
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