lunes, 29 de julio de 2024

UN DÍA EN LA VETUSTA CASONA DE LA CALLE DE LA CAÑADA


            Una suave brisa movía la arboleda  y los parrales del caserón y de la calle. La Jesús limpiaba unos candelabros de plata que le habían regalado a su patroncito unos patriotas chilenos. De pronto todo comenzó a moverse como si la tierra se despertara. Temblaba. La pobre criada salió corriendo en busca de Chiche.

            -Telemoto... tiembla, salga mi niñita que el diablo se despeltó de su sueño.- todos los habitantes de la casa salieron hacia lugares abiertos y seguros. La abuela Tomasa con Remedios estaban abrazadas..., ellas en Buenos Aires nunca sintieron semejante movimiento y ver que todos los adornos se caían junto con el crujir de postigones y puertas, las dejó mudas.

            No tardó en llegar al galope Don José Francisco, alterado por temor de que su familia hubiera sufrido algún desarreglo. Se apeó del caballo y abrazó a Remedio y alzó en brazos a la pequeña Merceditas. Guayaquil  en principio quedó desgarbado y rastreando en el polvo de la galería se acercó y lamió las botas de su dueño. Ni un sólo ladrido había dado el perro. Todo no pasó de un susto pero...

            - ¿Han escuchado qué sucedió en la calle de la Cañada ?, parece que los vecinos han tenido algunas pérdidas, el techo de la casa de los Maza se ha despachurrado - dijo afligido el soldado que acompañaba al gobernador.

            -¡Vaya urgente a ofrecer nuestra más directa ayuda!- contestó don José, mientras llevaba en sus fuertes brazos a la princesita e ingresó a su casa. Ella adoraba a su papá y con sus tiernos bracitos apretó su carita a la del hombre que olía a tabaco, a sudor humano y equino como a cuero . - ¡Chiche debe aprender a ser mesurada en situaciones delicadas, cuando tiembla no debe correr como un torbellino, sino buscar un lugar abierto y seguro!- aseveró el general.

            -¡ Ay, cuando volvamos a Buenos Aires, prometo ir a la catedral para hacer rezar varias misas a los difuntos de esta ciudad !- aseguró doña Tomasa, la abuela de Merceditas.

            - Yo quisiera estar allí muy pronto- dijo Remedios con un acceso de tos , que la obligó a sentarse y a tomar su medicina.

            -Bueno señoras, falta toda una campaña para que eso suceda. Ahora les cuento lo que me sucedió esta mañana...resulta que encontré a Lorenzo Zorraquín y el muy traidor no quiere ayudar a la causa de América, me saludó de tan mal genio que voy a tener que ponerle alguna pena. Yo soy atento, amable y sin ser ambicioso y sólo me interesa darle a esta provincia un poco de disciplina y cuidar su salud.-

            - ¿Tatita cómo se cuida la salud de un pueblo?- preguntó Chiche sorprendida, mientras jugaba con los botones de nácar de la camisa de su papá.

            - Hoy mismo he firmado un bando prohibiendo que jueguen en las calles de la almeda, ni pueden los parroquianos atar las riendas de los caballos a los palos que hay allí, sinó pagarán seis pesos de multa...-

            -Y eso Papito ¿ por qué? - dijo con extrañeza la pequeña y a coro toda la familia.

            -Simplemente así se evitarán accidentes y el guano atrae moscas y en Mendoza la peste anual de viruela consume una porción preciosa de buenos brazos que trabajen la tierra.-respondió el padre y esposo.

            -Yo recibí hoy a las esposas de los médicos que llegaron desde la capital, Don Juan Isidro Zapata y Don Anacleto García quienes vacunarán a todos los niños y personas que pasen por las parroquias.¡ Son encantadoras pero cómo se habrán asustado con el movimiento de tierra...! - señalando a  la Jesús le indicó -¡Corra a preguntar a sus mercedes si me necesitan!.

            La pequeña niña comenzó a hacer un berrinche para salir con la mulata. El padre enojadísimo se desprendió de sus brazos y la amonestó severamente.

            - ¡Esta pequeña necesita más disciplina, debe aprender a vivir con libertad pero respetando, con fidelidad las reglas de prudencia y modestia ! - murmuró - Ya escribiré algunas instrucciones para mejorar su educación. - y salió junto con su asistente, un joven granadero, que lo ayudó a montar y partieron rumbo al norte hacia el campamento del Plumarillo, tañían las campanas de todos los templos de la ciudad llamando al rezo del "Angelus". Remedios, Tomasa , Mercedes y todos los servidores se acercaron al altar familiar y comenzaron a rezar el Santo Rosario. Lentamente se escondía el sol tras los picachos de la Cordillera de los Andes.

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