miércoles, 23 de octubre de 2024

UN VIAJE LLENO DE CURIOSIDADES

 


            Mamá regresó del sanatorio restablecida de un extraño virus que había adquirido. También recibió a su llegada un telegrama de despido como docente. ¡ Quedó petrificada y llorosa !. Ella adoraba enseñar, los jóvenes son su pasión, y creía que era irremplazable en su escuela, pero resultó que no era así.

            Deambuló toda una semana y un día regresó de las compras totalmente eufórica. Una compañera le preguntó si se animaba a enseñarle castellano a un grupo de inmigrantes taiwaneses. No hablan nada de español ni de inglés, pero eso no la hizo huir. Así llegaron a casa siete adolescentes de ambos sexos a mi casa. Eran tímidos, muy callados, respetuosos hasta el delirio. Mamá estaba paralizada, pero un acompañante de nombre Li, hablaba algo de castellano los presentó y le dio algunos consejos. Por fonética, mamá aprendió palabras en mandarín y en taiwanés, que es un dialecto chino. Los muchachitos venían todos los días con cuadernos y apenas elevaban la vista. Con señas, dibujos y con un inmenso amor comenzó ella la ardua tarea de alfabetizarlos. Eran casi niños y estaban a miles de kilómetros de sus padres, amigos y patria. ¡ Para ellos todo era demasiado diferente!. Budistas algunos, ateos otros, no comprendían que mami los quisiera como a nosotros, sus hijos. Mis hermanos y yo les teníamos mucho celos, pero logró con su ternura que los terminarámos incorporando como compañeros de juegos y como amigos.

            Pasó un año e ingresaron a escuelas donde comenzaron a relacionarse con chicos de nuestro país, que acostumbrados por ser descendientes de inmigrantes a ellos, siempre reciben con amor a los extranjeros. Mi madre resolvió cuanto problema se presentó. Una vez Chiu Schaug Youg, se quebró un brazo haciendo gimnasia y allá partió al hospital. Otra vez se tuvo que hacer cargo de un examen muy difícil que les impedía superar el trimestre, ellos no tenían tanto dominio del idioma.

            Un día llegaron un grupo de padres de la lejana ciudad de Taigchung y fuimos todos a comer juntos a un restaurante de estricta etiqueta china. En la cabecera de una larga mesa, papá y mamá, hacían el papel de homenajeados. Comimos cosas riquísimas con nombres irrepetibles. Ya no teníamos un resquicio donde nos entrara más comida y seguían trayendo más y más platos desde una cocina casi invisible. En ese tiempo los chicos hacían de intérpretes entre mis padres y los de ellos. Nadie podía entender muy bien por qué mis papis y en especial mi mamá los quería tanto. Sólo quién conoce su vocación por los desvalidos puede comprenderla.

            Con el tiempo todos comenzaron a llamarla "mamá argentina"y le consultaban todo lo que hacían. Sus padres habían regresado a Taiwan y ellos no sentían soledad.Nuestra familia les daba protección. Un día entró Kuo Wei con la noticia que se había enamorado y tras él, apareció una joven que no conocíamos. Quedó integrada a nuestra familia. Al tiempo, de acuerdo a sus tradiciones dispusieron casarse. La ceremonia debía ser frente a los ancestros de la pequeña Pei Ti, que permanecían en sus pequeñas vasijas en el templo familiar en su casa. Mamá fue una de las únicas seis personas que permitieron ingresar a la solemne ceremonia. Ella después nos relató emocionada el extraordinario ritual.

            ¡ Un problema surgió en la familia del muchacho!; sí, los ancestros de Kuo Wei estaban en Taiwan. ¿Qué podía hacer ese joven enamorado?. Así fue que nos invitaron a viajar a la boda en ese lejanísimo país de oriente.¡ Cómo papá y mis hermanos no podían moverse por estudio y trabajo, partimos mamá y yo!. Ellos pagaban todo el viaje. El avión partió y prácticamente volamos tres días, pasamos por U.S.A., donde dormimos y continuamos. LLegamos a Taipei, capital de Taiwan y desde allí por una gran autopista aérea, ya que estaba sostenida sobre otras autopistas, por altísimos pilares, llegamos al pueblo de los jóvenes esposos.

            ¡Qué maravillas vimos, cuan grandes eran los budas y dioses y santos de los enormes templos!. Me faltaban ojos para ver y quería guardar todo adentro de mi corazón. A mi mamá la agasajaban en todos lados. Le trataban de retribuir todo el amor puesto en su enseñanza de adaptación a nuestra patria. Yo cumplí los diez años allá y me llenaron de regalos.

            Llegó el día de la ceremonia y tras los novios vestidos con sus trajes tradicionales, entraron los abuelos del varón y los padres. Mamá fue introducida de la mano de un anciano hasta el altar familiar.Por supuesto que ya conocía lo que tenía que hacer: tomó los incienzos rojos con letras doradas y los presentó frente a los antepasados. En suave castellano se dirigió a los dioses y santos, explicó por qué estaba allí y realizó las ofrendas como madre adoptiva por el amor. Se retiró y todo continuó como era de prever. Al salir la anciana abuela se acercó a nosotros y nos entregó un "rosario" budista. Yo me empiné y le dí un sonoro beso, como suelo darle a mi abuela cuando me hace un regalo. Se produjo un silencio profundo y todos guardaron su respiración un minuto eterno. La abuela Tao Ti con una hermosa sonrisa dijo algo y todos sonrieron. -" La anciana acaba de decir, expresó el nieto, que es el primer beso que recibe en sus 73 años de vida; que no se ofende porque ha visto en T.V., que los occidentales lo hacen siempre".-Yo miré aterrrorizada a mamá que estaba pálida, ella se había olvidado de contarme que en China, nadie se besa, ni siquiera entre padres e hijos, ni entre esposos...menos con una extraña como era yo. Así viví el cariño de gente agradecida por un amor infinito que había otorgado mami a sus nietos. ¡La abuela recordará por largo tiempo que una vez una jovencita argentina le dio su primer beso en el rostro a cambio de un "rosario budista" y seguirá sonriendo con ternura!.

            A nuestro regreso no me canso de contar tantas anécdotas interesantes que vivimos. ¡Me encantaría regresar a ese país maravilloso con gente hermosa y buena!

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