El viejo vapor arrastra una
multitud de inmigrantes en su apestoso vientre. Los campesinos pobres y
atemorizados se aprietan entre ellos. Los lazos son según el pueblito que han
dejado allá lejos en su terruño, España. Frente a ellos un río enorme, de
colores tumultuosos en ocres, marrones y verde negrísimos como lastre del
infierno selvático.Un río que recorre kilómetros con bravíos remolinos y
arrastra toda clase de troncos y vegetación con pequeñas alimañas propias de un
clima semitropical. Nadie tiene fuerza para hablar. Sólo abren los ojos como
volcanes en erupción para apretar imágenes y robar paisajes de esa tierra que
parece una enorme matriz extenuada. Es sublime ver las manos asidas con fuerza
entre gente que sólo tiene en común el miedo. Los ruidos ensordecen y nadie osa
moverse. Los niños pequeños lloran y sus madres agotadas, sudorosas y febriles
los aprietan a sus mamas para que el calor los acoja. Con grandes maniobras ese
gigante mugriento se acerca entre el barro podrido a una orilla de piedras. Una
planchada de madera del país, fuerte y sólida, recogidas las gruesas sogas de
ágave y algodón retorcido con cera de abejas y crines de caballos con brea;
aprisiona una tumultuosa carga humana. Han atracado en un puerto que los separa
millones de constelaciones marinas de su Patria. Allí frente a esos rostros
vulnerables y trágicos está apenas murmurada la palabra "Esperanza",
esa compensación largamente esperada en sus vidas.
Así
llega Joaquín con la Carmela
y tres críos. Tan asustados como los otros. Llenos de ira y dolor. Con
esperanza y estupor, escuchan el ruido y la batahola que hacen los recién
llegados.
¡Después
el Hotel de Inmigrantes !. Largas colas para ser aceptado por este país
gigante. Papeles y documentos, gritos y soledad ruidosa. Después lo ignorado.
Una ciudad que abre las fauces como para tragarse al puñado de campesinos alentando más que
sueños.
¡Gracias
a Dios el idioma es casi el mismo!. Modos diferentes de nombrar cosas iguales.
Palabras que vagabundean entre gente de países dispares. El mismo hambre y la
misma falta de recorrer escuelas y bibliotecas. Sí, un bulto de herramientas de
labranza y un tesoro precioso: semillas, barbechos de vid y hasta han logrado
traerse el vástago de un árbol frutal y de un olivo de su tierra. Después la
búsqueda del lugar definitivo donde labrar la tierra virgen. Un lugar en donde
dar forma como pájaros sedientos a su nido.¡Tal vez de piedra, tal vez de barro
y muy difícilmente de barro cocido con tejas musleras, como en su pueblito!.
El
trabajo y el hogar junto a su mujer que pronto tiene una chacra, gallinero y
cerdos.
Después
vienen los tiempos buenos. Joaquín con sus brazos ha conquistado
"América", compra más tierra y contrata paisanos. Galleguitos recién
llegados lo ayudan a levantar cosechas. Los hijos crecen y llega el momento de
mandarlos a estudiar a la gran ciudad. Pepín ya es médico, Manolo ingeniero ,
Isidro abogado y Encarna y Maripí maestras. Ellos siguen "Trabajando la
tierra" que ya no produce tanto.¿ Malos gobiernos?. ¿Crisis económica
mundial?.
Y
así comienza la otra historia... Manolo ha logrado ser un destacado orador y se
ha dedicado de lleno a la política. Su ideario revolucionario encendido de
palabras ígneas que quebrantan las viejas estructuras lo han puesto frente a
frente con su hermano Isidro que en un partido totalmente opositor encarna a su
más acérrimo enemigo. Las otrora alegres reuniones familiares se han
desfigurado como mascarones horrorosos que desdibujan la atmósfera plácida de
un hogar de gente buena y simple. Un clima de asfixia y podredumbre va
creciendo como una baba pegajosa y maloliente entre los hermanos. El encendido
estupor de agresividad manifiesta se entreteje en el viejo comedor. Un odio
creciente expresado en gritos y blasfemias, en panfletos que derraman aversión
y resentimiento contra ciertos hombres e instituciones. Llegan en forma
inesperada a esa casa armas de calibres impensados, de feroz destructividad y
fiereza.
Un
día traen a un militante herido en un atentado. Joaquín reprueba pero acepta.
Carmela llora y cura al herido en silencio. Ninguno se atreve a contrariar al
hijo poseído por un encono exterminador y perverso. ¿Dónde está la falla?, se
pregunta Joaquín en su mutismo.
LLegan cada día noticias de
destrucción y muerte con atentados mortíferos. Llegan noticias de revanchas por
parte de otras facciones contrarias. Corre mucha sangre. Heridos y mutilados
pasan por la finca de Carmela y Joaquín que no soportan esa participación
impuesta por el miedo pero que callan por amor y angustia, la culpa
incomprendida por esos seres sencillos los enajena.
Isidro
gana unas elecciones dudosas con un partido dudoso. Una bomba estalla en
su casa y es reivindicada por las
células comandadas por Manolo. Los hermanos son enemigos. Se enfrentan en la
lucha y sigue creciendo una nube negruzca como humo de cadáveres calcinados por
la fiereza de la aversión . Uno cree tener en sus manos la salvación de su
pueblo a través de la revolución y un cambio temerario. El otro cree que todo
debe volver a las antiguas formas establecidas. El país otrora pacífico y
bueno, es una caldera hirviente de corrupción y de infamias. Aprieta el hambre
en la gente del pueblo y en su lucha política nadie los ayuda. Ni los pacíficos
ni los revolucionarios. Los que pueden escapan de sus casas. Los que no pueden
viven con el terror enroscado como boas en sus entrañas.¡Hay tanto para amar y
hacer!. Nadie se preocupa por los pobrecitos campesinos. Las ciudades que
fueron creativas y que crecieron con buen ritmo se destrozan entre las arduas
contiendas políticas. Aparecen los eternos salvadores. Extranjeros que tratan
de aprovechar el desenfreno existente. Más corrupción y más muertes. Armas.
Bombas. Panfletos. Odio. El hogar de Joaquín y Carmela está desvastado por
tanto desatino.
Un
atentado destruye la casa de las hermanas. Maripí pierde a su joven hija que
queda destrozada y a su marido, que nunca ha militado en ningún partido. Queda
llena de rencor y estupor creciente. Quiere vengarse.
La
vivienda de Encarna y sus hijas está fatal. Ha quedado sin techo, sin vidrios, sin puertas y desgarrada por
todos los flancos.¡Ella que quedó viuda hace tan poco!. Si su Pepe muerto de un
cáncer doloroso y largo, viviera,
moriría de pena. Le crece una ira que se agiganta como una creciente de aguas
bravas y oscuras. Como tormenta de verano que acumula vientos y centellas, que
arrastra ruidos infernales. Quiere asumirse en represalia contra aquellos que
arruinaron su nido.
Nadie
quiere hacerse cargo de tanto escarnio. Hay más muertes cada día. Desaparecen
familias enteras. Son noticia. Los nombres de Manolo y de Isidro son susurrados
con miedo. ¡Culpables!.
Las
mujeres vuelven al hogar paterno. El miedo desdibuja las sonrisas. Nadie dice
lo que piensa. ¡Los hijos de esa pobre gente han traído la infamia a su
familia!. Nadie acepta ya trabajar con ellos en la chacra. Pierden amigos y
compadres. Se mudan los antiguos vecinos.
En
un enfrentamiento con fuerzas regulares matan a la esposa de Manolo. La muerte
muy dudosa pone de manifiesto que todo ese horror trae consigo vergonzantes
maniobras. Los hijos de Manolo huyen a la casa de sus abuelos pero son
detenidos y pasan varios días desaparecidos hasta que Joaquín obliga a Isidro
que los recupere. Llegan desaforados y maltrechos. Tienen mucho odio y quieren
vengarse.
Joaquín
intenta hablar con sus hijos y prudentemente recuerda el ¿por qué ? llegaron a la América. Nadie los
escucha. Tampoco los nietos.
¿
No saben acaso que salimos del pueblo porque estábamos hartos de injusticias y
del hambre que hombres como ustedes imponían a su gente? ...¡ Y las guerras ,
sí que había guerras allí, como éstas, donde los jóvenes morían sin conocer por
qué! . Ustedes me hacen perder la
Esperanza por la que vine a esta tierra bendita. Yo y la Carmela conocemos la
pobreza y la humillación del hambre...
Nadie
los escucha hay demasiado resentimiento.
Por
razones políticas se debe exiliar en España, Manolo con algunos compañeros de
ideario. Su precipitada escapada en un avión con papeles falsos y una guardia
nacional buscándolo frenéticamente, hace que se desconozca su paradero por un
tiempo prudencial. A través de instituciones internacionales vuelan sus hijos a
ese territorio de sombras que los espera.La vieja pena del exilio pesa por las
costumbres y afectos.
Luego
parte Isidro que ha sido traicionado por su partido. Los otrora militantes han
hecho un cuerdo vergonzoso con un enemigo extranjero y su vergüenza le
desdibuja la imagen de héroe y de caballero. La familia se va disgregando poco
a poco. El país que lo recibe como a un expatriado le va cerrando puerta por
puerta porque no es una pieza propicia para las contiendas de políticas nuevas.
El hombre y su familia comienza a sentir soledad y muerte civil.
Llegan
nuevos gobiernos al terruño de Joaquín y Carmela. Las hijas van recobrando un
retazo de paz. Los nietos que han quedado acá no quieren ni oir hablar de sus
tíos.
El
único hijo que ha quedado sin enfrentarse con políticas foráneas debe comenzar
lentamente a reconstruir su viejo hogar paterno totalmente desgarrado por la
infamia y el apremio. La madre tierra devuelve con pudor pausadamente sus
frutos y así vuelve la vida al puñado de seres agrietados por el dolor.
LLegan
noticias de los ausentes. Algunas buenas otras llenas de nostalgias. Ya no son
tan rebeldes. Han descubierto que los hombres de la política no son tan puros
ni tan recalcitrantes. Todo va adecuándose a nuevas formas de vida. El mundo ha
cambiado y las ideas se van reacomodando a nuevos esquemas.
Ellos
los que destruyeron la familia están sedientos de volver y reencontrar al viejo
campesino y a su mujer, madre sacrifacada y sumisa como las de antes.¡ El
tiempo apremia han pasado tantos años!.
¿Cómo
están en nuestro hogar?
¡¡¡Eso...pregunta
uno y el otro presume que sus padres ya ancianos deben haber quedado muy
heridos... y no sabe aún pedir perdón...!!!
El otrora país convulsionado ha regresado a las
reglas. Pero las reglas son duras y hay mucho por reconstruir. El pueblo sigue
sufriendo y como siempre hay hambre. Ese amigo detestado es una evidencia
permanente en latinoamérica. Con cualquier gobierno, el pueblo sufre igual.
Joaquín
piensa que Carmela tal vez quisiera volver a su tierra...pero...
Ya esta América no es esa América de entonces.
Joaquín y Carmela podrían volver a su antiguo pueblo que ya es una ciudad
próspera pero ajena. Nadie recordará ese par de muchachos que se fueron . La
misma fuente en la plaza y el mismo campanario. Una guerra fraticida. Mucho
hambre olvidado.
¡
Qué viejos estámos los dos, Dios mío debemos tener millones de años!. El
sufrimiento no se evita aunque uno se esconda en el lugar más lejano del mundo.
Tienen la cabeza blanca y el cuerpo mustio. ¿Dónde quedó la alegría de los años
mozos, y dónde la Carmela
cantando cancioncillas de pastora y
segadora de espigas?.
Están
juntos y aún hay amor entre ambos. Lo demás ...es historia de vida...
-Vení
Carmela...mirá el río. ¿Te acordás del día en que tu madre y mi madre se
despidieron de nosotros en la ría? - y aprieta con sus brazos débiles Joaquín
los hombros cálidos - ¡Te acordás cuando tu madre te puso en las manos el cofre
de semillas y casi sin mirarte te dijo...¡ Vete y sé feliz, no quiero que mis
nietos pasen hambre!... ella sabía que nunca te volvería a ver y sin embargo
allá quedaron mudas y abrazadas como harapos vivientes con sus largas faldas
negras y sus pañoletas..., vení Carmela y mira el río parece el mar dulce que
nos trajo... ¿Carmela ?...¿qué te pasa Carmela?...¡ duerme...mujer mía, duerme que ya es tiempo que descances!.