Grande fue el desencanto que
vivimos en el escritorio de Don Lisandro Regules, cuando leyeron el testamento.
La tía Felicitas dejó afuera a todos los Oviedo. Ellos esperaban resolver miles
de problemas con el campo de Quemú- Quemú...." Yo, Felicia Riquelme de
Oviedo en mis momentos finales dejo a nuestra ahijada y sobrina Cecilia
Urbarrieta Oviedo, la estancia grande de La Pampa. A mi servidora y amiga de toda la vida la
casa de Córdoba y mi departamento. A todos mis parientes Regules el "petit
Hotel" de Palermo Chico, con la colección de muebles antiguos comprados en
Francia. Dejo la colección de cuadros de los impresionistas al museo Nacional,
para que creen una sala con el nombre de mi difunto esposo. El chalet de Mar
del Plata se sedo a mi chofer, compañero irremplazable en mis años de soledad y
a su familia el Mercedes y la chata Toyota. todo mi dinero en bonos y en
monedas de oro, a mi ahijada Cecilia, para que no despida a ninguno de los peones
del campo....."
El
grito de furia de Ernestina y de la tía Ludovica se escuchó desde la calle
Alvear. Yo, no sé si debo llorar o reirme. El problema que me deja la madrina
es colosal.
Mi
departamento en Palermo tiene 64
metros , es interno y oscuro como mi futuro. Pido una
licencia sin goce de sueldo por un año y acomodo todo para irme a Quemú. Mi
vecina Adriana tendrá que pagarme las espensas y corté teléfono, gas, luz y
parte de mi vida. Hace cinco años logré mi título de licenciada en comercio exterior.
Todo pasó después que mi ex...me dejara por `Rufinita Echagüe Irusta´, la diosa
del club campestre. ¡ Cuando él, sepa que soy rica...seguro que encontrará la
forma de llegar hasta mí ! Yo nada. No lo conozco. Armo mi valija. En realidad
me llevo la vida. Mis libros, mi compactera y mis C.D., mi colección de
películas europeas y ropa apropiada para la vida en la estancia. ¡ Son cuarenta
mil hectáreas llenas de animales... y problemas !
Adiós
mi Buenos Aires querido...cuando yo te vuelva a ver... realmente el taxi que me
lleva a Aeroparque parece un `camión´centro-americano. Me falta el gato que le
dejé a mi vecina Lola y el canario,a ese le abrí la puerta de la jaula. Fue
casi como un símbolo.
El
avión se está demorando por mal tiempo. me alegro en cierto modo de salir de
esta ciudad. ¡ Qué clima? Me dice el muchacho de la empresa de vuelo. ¡Sí, es
un asco! Contesto casi con mal humor. Tendré que cambiar de carácter. La gente
de campo es más suave, más educada y más tranquila.
A
la llegada a Santa Rosa me espera la chata del encargado del campo. El cartel
casi invisible por el barro me repite: " La Baguala " Haras y
Criadero de Corridale. Me esperan preocupados. En la galería de la casona caras
afligidas y serias. Los reuno...- ¡ Soy la nueva dueña, nadie se va de acá y
menos los más antiguos! - un murmullo de aprobación me envuelve. Los hombres se
tocan apenas con esas manos callosas y llenas de historia que dejan los
alambrados y la tierra arisca. Yo soy la continuadora de la familia. Los
necesito, de ésto... no sé nada. Sin ustedes no lograré sacar a flote el campo.
Juntos haremos algo. Salen contentos. Algunos hasta silban alguna melodía
sureña. ¡Ah, mañana hay fiesta...Fidela y Nicanor harán las cosas que demande !
Mando
matar un novillo y un lechón. Asado para todos. Vino. Guitarra y acordiona. Al
amanecer hay un movimiento enorme. Cada hombre, cada mujer cumple un papel
inigualable, conducido por los apoderados. Fidela y Nicanor serán mi columna
vertebral. Van llegando las `Victorias´, las chatas, los automóviles con
familias enteras. Brotan los niños. Algunos llegan de a caballo. Ropa de
fiesta...facón y botas lustradas. El cielo nos acompaña con un extraño azul
plácido y caliente.
Me
visto como ellos: bombacha blanca de lino, botas de cuero crudo engrasado, faja
con los colores de la bandera, chaleco de terciopelo bordado con flor de
cardo...cinturón- rastra con patacones de plata. Me miran sorprendidos. ¡Soy
una Oviedo ! No me falta el facón del tío atravesado en la espalda.
Cena,
palabrerío, dulce caseros..., llegan los "musiqueros". allí parado un
hombre. Cabellera canosa, pero no es viejo. Ojos de color tierra que miran como
águila. Manos fuertes y ágiles con las cuerdas. Perfume a tabaco negro y sudor
agrio. Olor de hombres y bestias. Olor a pasto y amores descontrolados por la
naturaleza agreste del campo. Comienza a desgranar una milonga sureña...-¡ Para
la dueña...!- dice y me clava con sus miradas agujas invisibles. Trata de
enroscarme una red de palabras y piropos. Me desea en su cama.- "La mujer
que me mira se va trepando por la cuerda celeste de mi guitarra, me la llevo en
las ancas de mi caballo..."- Ya no lo escucho. Pero es imposible.- "
Nunca saco el pan crudo cuando el horno está caliente y caldeado..., mi pan es
crujiente como mi alma"- Me distraigo a propósito con Nicanor y Fidela.
Atrás mío, el vozarrón apremiante me envuelve en su fuerza y su dulzura. La
buena de Fidela me murmura..." el Tobías Castro es el esposo de esa
muchacha que está allí con un bebé en brazos..." Yo no me sorprendo. Me
despido de la gente y caminando con mi paso de "patrona" me alejo
hasta el interior de mi cuarto. Allí vuelvo a llorar mi soledad de entonces y
mi soledad de ahora.
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