miércoles, 30 de mayo de 2018

HAY MUCHO HAMBRE TODAVÍA


El viejo vapor arrastra una multitud de inmigrantes en su apestoso vientre. Los campesinos pobres y atemorizados se aprietan entre ellos. Los lazos son según el pueblito que han dejado allá lejos en su terruño, España. Frente a ellos un río enorme, de colores tumultuosos en ocres, marrones y verde negrísimos como lastre del infierno selvático.Un río que recorre kilómetros con bravíos remolinos y arrastra toda clase de troncos y vegetación con pequeñas alimañas propias de un clima semitropical. Nadie tiene fuerza para hablar. Sólo abren los ojos como volcanes en erupción para apretar imágenes y robar paisajes de esa tierra que parece una enorme matriz extenuada. Es sublime ver las manos asidas con fuerza entre gente que sólo tiene en común el miedo. Los ruidos ensordecen y nadie osa moverse. Los niños pequeños lloran y sus madres agotadas, sudorosas y febriles los aprietan a sus mamas para que el calor los acoja. Con grandes maniobras ese gigante mugriento se acerca entre el barro podrido a una orilla de piedras. Una planchada de madera del país, fuerte y sólida, recogidas las gruesas sogas de ágave y algodón retorcido con cera de abejas y crines de caballos con brea; aprisiona una tumultuosa carga humana. Han atracado en un puerto que los separa millones de constelaciones marinas de su Patria. Allí frente a esos rostros vulnerables y trágicos está apenas murmurada la palabra "Esperanza", esa compensación largamente esperada en sus vidas.
            Así llega Joaquín con la Carmela y tres críos. Tan asustados como los otros. Llenos de ira y dolor. Con esperanza y estupor, escuchan el ruido y la batahola que hacen los recién llegados.
            ¡Después el Hotel de Inmigrantes !. Largas colas para ser aceptado por este país gigante. Papeles y documentos, gritos y soledad ruidosa. Después lo ignorado. Una ciudad que abre las fauces como para tragarse  al puñado de campesinos alentando más que sueños.
            ¡Gracias a Dios el idioma es casi el mismo!. Modos diferentes de nombrar cosas iguales. Palabras que vagabundean entre gente de países dispares. El mismo hambre y la misma falta de recorrer escuelas y bibliotecas. Sí, un bulto de herramientas de labranza y un tesoro precioso: semillas, barbechos de vid y hasta han logrado traerse el vástago de un árbol frutal y de un olivo de su tierra. Después la búsqueda del lugar definitivo donde labrar la tierra virgen. Un lugar en donde dar forma como pájaros sedientos a su nido.¡Tal vez de piedra, tal vez de barro y muy difícilmente de barro cocido con tejas musleras, como en su pueblito!.
            El trabajo y el hogar junto a su mujer que pronto tiene una chacra, gallinero y cerdos.
                        Después vienen los tiempos buenos. Joaquín con sus brazos ha conquistado "América", compra más tierra y contrata paisanos. Galleguitos recién llegados lo ayudan a levantar cosechas. Los hijos crecen y llega el momento de mandarlos a estudiar a la gran ciudad. Pepín ya es médico, Manolo ingeniero , Isidro abogado y Encarna y Maripí maestras. Ellos siguen "Trabajando la tierra" que ya no produce tanto.¿ Malos gobiernos?. ¿Crisis económica mundial?.
                        Y así comienza la otra historia... Manolo ha logrado ser un destacado orador y se ha dedicado de lleno a la política. Su ideario revolucionario encendido de palabras ígneas que quebrantan las viejas estructuras lo han puesto frente a frente con su hermano Isidro que en un partido totalmente opositor encarna a su más acérrimo enemigo. Las otrora alegres reuniones familiares se han desfigurado como mascarones horrorosos que desdibujan la atmósfera plácida de un hogar de gente buena y simple. Un clima de asfixia y podredumbre va creciendo como una baba pegajosa y maloliente entre los hermanos. El encendido estupor de agresividad manifiesta se entreteje en el viejo comedor. Un odio creciente expresado en gritos y blasfemias, en panfletos que derraman aversión y resentimiento contra ciertos hombres e instituciones. Llegan en forma inesperada a esa casa armas de calibres impensados, de feroz destructividad y fiereza.


            Un día traen a un militante herido en un atentado. Joaquín reprueba pero acepta. Carmela llora y cura al herido en silencio. Ninguno se atreve a contrariar al hijo poseído por un encono exterminador y perverso. ¿Dónde está la falla?, se pregunta Joaquín en su mutismo.
LLegan cada día noticias de destrucción y muerte con atentados mortíferos. Llegan noticias de revanchas por parte de otras facciones contrarias. Corre mucha sangre. Heridos y mutilados pasan por la finca de Carmela y Joaquín que no soportan esa participación impuesta por el miedo pero que callan por amor y angustia, la culpa incomprendida por esos seres sencillos los enajena.
            Isidro gana unas elecciones dudosas con un partido dudoso. Una bomba estalla en su  casa y es reivindicada por las células comandadas por Manolo. Los hermanos son enemigos. Se enfrentan en la lucha y sigue creciendo una nube negruzca como humo de cadáveres calcinados por la fiereza de la aversión . Uno cree tener en sus manos la salvación de su pueblo a través de la revolución y un cambio temerario. El otro cree que todo debe volver a las antiguas formas establecidas. El país otrora pacífico y bueno, es una caldera hirviente de corrupción y de infamias. Aprieta el hambre en la gente del pueblo y en su lucha política nadie los ayuda. Ni los pacíficos ni los revolucionarios. Los que pueden escapan de sus casas. Los que no pueden viven con el terror enroscado como boas en sus entrañas.¡Hay tanto para amar y hacer!. Nadie se preocupa por los pobrecitos campesinos. Las ciudades que fueron creativas y que crecieron con buen ritmo se destrozan entre las arduas contiendas políticas. Aparecen los eternos salvadores. Extranjeros que tratan de aprovechar el desenfreno existente. Más corrupción y más muertes. Armas. Bombas. Panfletos. Odio. El hogar de Joaquín y Carmela está desvastado por tanto desatino.
            Un atentado destruye la casa de las hermanas. Maripí pierde a su joven hija que queda destrozada y a su marido, que nunca ha militado en ningún partido. Queda llena de rencor y estupor creciente. Quiere vengarse.
           

            La vivienda de Encarna y sus hijas está fatal. Ha quedado sin techo,  sin vidrios, sin puertas y desgarrada por todos los flancos.¡Ella que quedó viuda hace tan poco!. Si su Pepe muerto de un cáncer  doloroso y largo, viviera, moriría de pena. Le crece una ira que se agiganta como una creciente de aguas bravas y oscuras. Como tormenta de verano que acumula vientos y centellas, que arrastra ruidos infernales. Quiere asumirse en represalia contra aquellos que arruinaron su nido.
            Nadie quiere hacerse cargo de tanto escarnio. Hay más muertes cada día. Desaparecen familias enteras. Son noticia. Los nombres de Manolo y de Isidro son susurrados con miedo. ¡Culpables!.
            Las mujeres vuelven al hogar paterno. El miedo desdibuja las sonrisas. Nadie dice lo que piensa. ¡Los hijos de esa pobre gente han traído la infamia a su familia!. Nadie acepta ya trabajar con ellos en la chacra. Pierden amigos y compadres. Se mudan los antiguos vecinos.
            En un enfrentamiento con fuerzas regulares matan a la esposa de Manolo. La muerte muy dudosa pone de manifiesto que todo ese horror trae consigo vergonzantes maniobras. Los hijos de Manolo huyen a la casa de sus abuelos pero son detenidos y pasan varios días desaparecidos hasta que Joaquín obliga a Isidro que los recupere. Llegan desaforados y maltrechos. Tienen mucho odio y quieren vengarse.
            Joaquín intenta hablar con sus hijos y prudentemente recuerda el ¿por qué ? llegaron a la América. Nadie los escucha. Tampoco los nietos.            
            ¿ No saben acaso que salimos del pueblo porque estábamos hartos de injusticias y del hambre que hombres como ustedes imponían a su gente? ...¡ Y las guerras , sí que había guerras allí, como éstas, donde los jóvenes morían sin conocer por qué! . Ustedes me hacen perder la Esperanza por la que vine a esta tierra bendita. Yo y la Carmela conocemos la pobreza y la humillación del hambre...
           
            Nadie los escucha hay demasiado resentimiento.
            Por razones políticas se  debe exiliar  en España, Manolo con algunos compañeros de ideario. Su precipitada escapada en un avión con papeles falsos y una guardia nacional buscándolo frenéticamente, hace que se desconozca su paradero por un tiempo prudencial. A través de instituciones internacionales vuelan sus hijos a ese territorio de sombras que los espera.La vieja pena del exilio pesa por las costumbres y afectos.
            Luego parte Isidro que ha sido traicionado por su partido. Los otrora militantes han hecho un cuerdo vergonzoso con un enemigo extranjero y su vergüenza le desdibuja la imagen de héroe y de caballero. La familia se va disgregando poco a poco. El país que lo recibe como a un expatriado le va cerrando puerta por puerta porque no es una pieza propicia para las contiendas de políticas nuevas. El hombre y su familia comienza a sentir soledad y muerte civil.
            Llegan nuevos gobiernos al terruño de Joaquín y Carmela. Las hijas van recobrando un retazo de paz. Los nietos que han quedado acá no quieren ni oir hablar de sus tíos.
            El único hijo que ha quedado sin enfrentarse con políticas foráneas debe comenzar lentamente a reconstruir su viejo hogar paterno totalmente desgarrado por la infamia y el apremio. La madre tierra devuelve con pudor pausadamente sus frutos y así vuelve la vida al puñado de seres agrietados por el dolor.
            LLegan noticias de los ausentes. Algunas buenas otras llenas de nostalgias. Ya no son tan rebeldes. Han descubierto que los hombres de la política no son tan puros ni tan recalcitrantes. Todo va adecuándose a nuevas formas de vida. El mundo ha cambiado y las ideas se van reacomodando a nuevos esquemas.
            Ellos los que destruyeron la familia están sedientos de volver y reencontrar al viejo campesino y a su mujer, madre sacrifacada y sumisa como las de antes.¡ El tiempo apremia han pasado tantos años!.
            ¿Cómo están en nuestro hogar?
            ¡¡¡Eso...pregunta uno y el otro presume que sus padres ya ancianos deben haber quedado muy heridos... y no sabe aún pedir perdón...!!!
            El  otrora país convulsionado ha regresado a las reglas. Pero las reglas son duras y hay mucho por reconstruir. El pueblo sigue sufriendo y como siempre hay hambre. Ese amigo detestado es una evidencia permanente en latinoamérica. Con cualquier gobierno, el pueblo sufre igual.
            Joaquín piensa que Carmela tal vez quisiera volver a su tierra...pero...
             Ya esta América no es esa América de entonces. Joaquín y Carmela podrían volver a su antiguo pueblo que ya es una ciudad próspera pero ajena. Nadie recordará ese par de muchachos que se fueron . La misma fuente en la plaza y el mismo campanario. Una guerra fraticida. Mucho hambre olvidado. 
            ¡ Qué viejos estámos los dos, Dios mío debemos tener millones de años!. El sufrimiento no se evita aunque uno se esconda en el lugar más lejano del mundo. Tienen la cabeza blanca y el cuerpo mustio. ¿Dónde quedó la alegría de los años mozos, y dónde la Carmela cantando cancioncillas  de pastora y segadora de espigas?.
            Están juntos y aún hay amor entre ambos. Lo demás ...es historia  de vida...                    
            -Vení Carmela...mirá el río. ¿Te acordás del día en que tu madre y mi madre se despidieron de nosotros en la ría? - y aprieta con sus brazos débiles Joaquín los hombros cálidos - ¡Te acordás cuando tu madre te puso en las manos el cofre de semillas y casi sin mirarte te dijo...¡ Vete y sé feliz, no quiero que mis nietos pasen hambre!... ella sabía que nunca te volvería a ver y sin embargo allá quedaron mudas y abrazadas como harapos vivientes con sus largas faldas negras y sus pañoletas..., vení Carmela y mira el río parece el mar dulce que nos trajo... ¿Carmela ?...¿qué te pasa Carmela?...¡ duerme...mujer mía, duerme  que ya es tiempo que descances!.

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