Las
esperaron sin ganas. Era motivo de esconder cobardía entre varios habitantes de
la casa. Esa que había sido permanente refugio de toda la familia. Yemina era
la más linda, luego estaba Abril y llegó el “machito”, discutieron el nombre.
Era muy importante que se le pusiera un nombre pomposo y llamativo. Le
nombraron Geraldo. Y fue un solo mimo.
Las
muchachas crecieron a la sombra del hermano y nadie se preocupó por ellas.
Hasta que un día llegó un pariente de Europa. Era un joven hermoso y vivaz.
Embrujó a todos con su risa y sus charlas de historias extraordinarias. Yemina
y Abril, se enamoraron al instante de verlo reír.
Una
mañana la tía al desarmar el lecho, vio la “marca” del pecado. Espiaba a las
mozas. No dijo nada hasta que tras mirar y escudriñar descubrió que la
primogénita esperaba un niño. No podía ser de otro que del primo amoroso y
solícito.
Pasaron
varias semanas. Una mañana me llamó una vecina y me contó una extraña historia.
Yemina había muerto en un quirófano. Le habían hecho no sé que estudio en sus
entrañas.
Una
negra carroza con caballos enjaezados con penachos de plumas blancas, moños de
tul de ilusión albos entre flores de nácar y perlas artificiales, la llevaron
al campo-santo. Nadie lloraba excepto sus pocas amigas. El silencio cortaba el
sonido de los cascos de los nobles brutos. Murió como nació, dijeron. Hoy al
transcurrir los años, discurro que a Yemina la mató un aborto clandestino. Lo
organizaron en familia, para tapar el miedo, la cobardía de decir que ese muchacho
al que albergaron en la casa, era un farsante que aprovechó la inocencia de la
niña. Abril había desaparecido. Luego contaron que entró en un convento del
Carmelo, vaya uno a saber qué le hicieron.
Tremenda
discordia debe haber habido en la casona, porque después de ese día, uno a uno
se fueron alejando todos los que vivían en la casa grande. El que dicen que se
quedó sin pena fue Geraldo, el mimado de todos los que tramaron esa terrible
matanza.
Han
pasado varios años y cuando paso por la zona, recuerdo la belleza y dulzura de
esas muchachas y un enorme pena me deja perpleja ante la ignorancia y la
desidia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario