No pensé que llegaría este momento.
El sol en el poniente se asombra por tu
huída.
El mar, siempre el mar tranquilo te rodea
te envuelve como a un niño.
Te vas como un día sin tormenta.
No hay palabras, ni una despedida.
Gaviota misteriosa. Ola.
Cuando parta la nave hacia la aurora
Vendrán remolinos de manos plagadas de
guijarros.
Fui una playa tibia.
Remolino.
Fui tu nido.
Llegaste desnudo de palabras. Solo.
Te amarré a mi red de amor.
Casi un trozo de mi piel,
Casi un retoño de mi piel frutada.
No tuve cómplice
ni permiso de ingresar a la aurora de tus
sueños.
Ostra de fuego.
Saltamontes.
Labriego
de mirada triste que llenaste mil noches
de sonrisas.
Perla oculta.
Si me voy como tú, hacia lo ignoto
castigaré las velas con mi viento de
esperanza.
Más... no volveré por tu respuesta.
Sellaré mi arcón de recuerdos.
Historia fue.
Un parche de oro y jade tu celaje.
Perderé la llave que me abra
la puerta de la nave, arca de incienso.
No supiste esperarme a sotavento.
Si volviera a mi puerto tu mástil de
esperanza,
me lanzaré en el viejo remolino de los
días
vividos en tu oriente.
No volveré a soñar porque los hijos
son las marejadas de néctar que regala el
barco de la vida.
Mi destino...
Una despedida.
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