miércoles, 8 de diciembre de 2021

CINCO ESTRELLAS

 

¡Sabía que las noticias malas llegan como las tormentas, sin aviso!

-Señor Gordon, tendrá que acompañarnos-

Llegó cantando. Estaba feliz. Se había tatuado en la nuca cinco estrellas de cinco puntas. Eran de tamaño pequeño, pero se veían hermosas. -¡Nosotros pusimos el grito en el cielo. ¡Un judío no puede hacerse eso. La Ley lo prohíbe. Ya verás como se enojará el rabino.- dijo la madre.

-Mamá, yo no practico, me he cortado la barba y los peiot.- ¿Qué dirá el Seide? ¡Hay, qué fácil es para ustedes todo ahora!- ¡Cortala mamá! Soy el mejor de mi clase y en básquet y tengo el record en natación en la piscina juvenil.

-¡Ariel!¡Hijo Mío! Que Yahvé te proteja.-

Esa madrugada del sábado llegó la patrulla hasta el edificio. Salió Esther con la peluca sobre los ruleros y apenas cubierta con una bata gastada. -¿Familia Gordon? El dueño de casa por favor, que baje a la vereda con documentos somos de la policía estatal.-

Ismael se puso un pantalones, se acomodó la kipá, como pudo en su calva y bajó corriendo, con el documento en la mano y aterrado.

-¡Hay una posibilidad que identifique a unos muchachos que se han accidentado!-

¡Mi Dios! ¡Subió, se cambió bajo el diluvio de lágrimas de su mujer y su hija! Ya verán que no pasa nada, les dijo. Subió a su coche; que como todas la familia de esa cuadra estacaba en la calle. Siempre defendiéndose de los bribones, entre la vereda y las alcantarillas. Siguió a los policías. Llegaron, como era de esperar a un edificio descascarado, sucio y sombrío. Con olor a creolina y a cigarrillos, humedad que atravesaba cada pared y arista de las habitaciones mugrientas. Lo hicieron entrar a una sala donde estaban sentados unos tipos ignotos, groseros malolientes, con lentes gruesos, ropa vieja; que se escarbaban con palillos comida de la boca mal cuidada. Algunos sin rasurarse y silenciosos que lo miraron con desprecio ¿Quién sabe quién este fulano?

Señor Gordon pase. Sobre unas mesas de granito negro lidiaban con tres cuerpos. Se acercó despacio; destaparon a uno de los jóvenes. Sus ojos  se agrandaron cuando vio en la nuca del muchacho cinco estrellas de cinco puntas con un balazo en el medio. Un grito se atascó en su garganta y cayó con un infarto mortal sobre el piso de la morgue.

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