miércoles, 22 de diciembre de 2021

UNA INSÓLITA SOLUCIÓN

 

            Desde el automóvil alquilado, Ivanna, observa el frente del caserón. Bello lugar. El coche de su amado Rafael, es el aguijón que se le clava en los ojos. Allí está detenido desde las diez horas, y no se ve movimientos en el interior. Se le nubla la vista que tiene incrustada en los ventanales y el gran portal, por donde espera verlo salir.

            Ya es la hora en que los árboles comienzan a transformarse en matorrales, verde oscuro o negro, cuando comienzan unas leves luces a asomarse por los vidrios. Se abre el portón de hierro y aparece un pequeño coche deportivo. Antes, en el vestíbulo, Ivanna observa asombrada, como su marido, besa apasionadamente a un atlético joven moreno.

            Un estilete invisible le atraviesa la garganta reseca. En su retina se incrusta la imagen. Luego parte el coche de Rafael, rumbo a la ciudad. Suena en su cartera el celular. Amor, me voy a demorar unos veinte o treinta minutos, acá en el club. Siempre que no me llamen por teléfono unos clientes. Te amo, espérame para cenar. Y ella lo sigue, para verlo ingresar en el club. Se detiene y espera. Lo ve salir bañado y cambiado de ropa. Un estilo informal que traía y sale con el típico traje de oficina. Los ojos de la mujer, tienen un raro color resinoso. Se aleja apurada por la autopista y corta camino por calles extrañas para llegar antes que él, a la casa.

            Intenta tranquilizarse. No sabe cómo actuar. No debe demostrar sentimientos. ¡Comprende por qué causa no quiere tener hijos! Su reloj biológico ya está en rojo y él, siempre inventa pretextos para evitar la paternidad. Resiste pensar en “su” hombre en brazos de otro, si fuera mujer, su alma no estaría tan destrozada. Cuando siente la llave en la puerta de entrada, se ve reflejada en el gran espejo de su dormitorio y una extraña pátina se desliza por sus ojos, en forma inoportuna cual párpado transparente. Se refleja nuevamente su piel tersa y su cabello corto tiene un suave reflejo verdoso. ¡Es mi imaginación! Mi odio me hace ver cosas insólitas, piensa. Desciende por las enormes escaleras de mármol y se desliza como una sombra. Él, en el comedor ha tomado un vaso de güisqui y tintinea el hielo festivo en el cristal. Le acerca uno igual y la besa ligeramente en los labios. Ella retira precipitadamente la boca. Que siente levemente dura. Su lengua parece de plástico. Se aleja hacia la mesa donde la mucama ha preparado la cena. En silencio, se sientan y comienzan a comer. Un breve comentario sobre la exquisita carne a la provenzal, al buen vino boyarda y al clima. Luego se instala una pared invisible entre ambos. Cuando están por finalizar y se acerca la joven mucama, se miran sorprendidos por el rugido de una moto que ingresa en el camino a la casa. Rafael, salta en la silla y se precipita al palier de ingreso. La alfombra persa sabotea los pasos y la voz en cuello de ambos hombres, es un siseo terroso que llega apagado a oídos de Ivanna. ¿Qué haces acá? Te he dicho que aquí jamás vengas. Vete. Mi esposa …El ingreso inopinado de la mujer transforma la situación. Lame con su mirada extrañada el cuerpo y rostro de su enemigo. Una cara infantil, rubicunda de ira y sospechosa de venganza, se detiene en ambos rostros. ¿Quién viene a visitarnos a esta hora? ¿Acaso lo invitaste a cenar y no sabía nadie nada? Pase. Tome un aperitivo con nosotros, dice ligera para conocer la causa de ese exabrupto.

            Rafael, palidece y apenas puede balbucear palabras. Mi compañero de tenis, el joven Belisario Verón. ¿Te acuerdas que yo te comentaba, querida de un nuevo socio al que hay que temer por lo bien que juega? Bueno ha venido y me encantaría saber qué lo trae a esta hora.

            No vengo como socio a jugar tenis, sino a buscarte para ir a “Soho Gay”. No es tu fuerte mentir. Cambiate que nos esperan para el nuevo show. Y te retiras de nuestra casa que crees que estás haciendo, atrevete a molestar a mi señora. Sal ya mismo. De ninguna manera. Tú, refinada estúpida, debes saber que hemos estado todo el día juntos en un lecho de amor. Te engaña. Es mi amante. Déjalo ir. Sé inteligente por una vez y comprende que yo he ganado esta contienda. Eres un verdadero cretino. ¿Qué necesidad tienes de insultar en mi casa a esta pobre mujer?

            Atónita, Ivanna y la mucama, miran a la pareja. Salen y el estruendo del escape rompe el trágico silencio de las gargantas de las mujeres. Sorprendidas, se alejan para reponerse del momento sufrido. La mucama, toma su ropa y sale, dejando la llave sobre el mármol rosado de una cómoda, en el ingreso a la casa. No atina ni a saludar. Su mente tiembla. No comprende nada. Su patrón es… no puede ser. La señora tan fina y bella… eran tan felices, o lo parecían. En la soledad del barrio pasa junto a los guardias de seguridad como aislada del mundo.

            La joven ama, despechada, comienza a recorrer cada rincón de su bello dormitorio. Abre el vestidor y con una navaja corta y deshilacha la ropa de su ex marido. Su vientre es un volcán en erupción. No llora. Tiemble de ira y sueña diferentes venganzas. De pronto se mira frente al espejo de su vestidor. Allí, observa que sus ojos, tienen un extraño proceso de cambio. El iris, se alarga verticalmente. Una suave membrana cubre su globo ocular en forma de párpado extra. Su rostro, totalmente endurecido por la furia, se va cambiando y la nariz, se eleva achatándose sobre una faz angulosa. La lengua es larga y se mueve a latigazos con una incisión en medio. Una serpiente envidiaría su lengua. La piel va tornándose escamada y verdosa. Mira sus manos y las ve atrofiadas en garras con afiladas púas negras. Se encorva. Crece una inesperada cola con espinas de colores que se elevan hasta la cabeza donde el hermoso cabello ya se ha transformado en aguijones venenosos. Se desliza sobre su vientre húmedo y frío. Siente un grito interior que la empuja hacia el parque. Sale por el enorme ventanal. Sale en búsqueda de un apareamiento para desovar sus crías.

            Sobre el brillante piso de mármol blanco quedan derrotados, un par de zapatos de tacones rojos, un vestido de seda negro y un collar de perlas con broche de zafiros.

           

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