Entré a un
paraíso
Entré al
Tortoni
En cada
mesa presentí a un poeta.
¡Allí
parece que “Manucho Mujica Lainez” escribe!
¡En aquella
mesa está Borges!
No creo que
ronden por acá tantos poetas.
Fantasmas
que sonríen a mi paso…
¡Sueño con
la poesía de
sólo sueño
con una sinfonía de palabras bellas!
Tal vez el
murmullo se eleva buscándolos a “ellos”.
Los poetas
de entonces, los inolvidables,
los genios
que involucran la palabra a la vida callejera.
Al tiempo
inexorable, que huye.
El Tortoni,
se adormece a la madrugada
y los
espíritus vuelven a rodear las mesas
y sobre el
mármol de las viejas tablas
en un papel
en blanco, con pluma cucharita y tinta,
escriben
sueños, tangos y las historias tristes
del Buenos
Aires antiguo y musical.
Entré como
una espía. Entré al Tortoni.
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