lunes, 4 de marzo de 2024

LORENZO, EL COCHERO


            Lo encontraron dormido. Era una tarde fría de agosto y se cansó de esperar a la señora Gimena. Ella, escapaba de la casa cada vez que podía por el mal carácter del marido. Solía evitar que la azotara cuando regresaba y el dormía en el sillón con el habano en la boca y el vaso de whisky en la mano.

            Gimena era delgada y de carácter nervioso. Su padre la casó para salvar la fábrica y el matrimonio fue un fracaso, como era de esperar. Confiaba en Lorenzo el cochero que la ayudaba a escaparse a la sombrerera, a la modista o a tomar un té, con Filomena su amiga. Juntas, recordaban graciosas experiencias de la infancia y de la primera juventud.

            Lorenzo, una mañana la encontró sangrando en la puerta de la casa. Su marido la había castigado por que se había demorado en servirle un café. La levantó en brazos y la llevó a su dormitorio. Así pasó un par de meses. Nadie entendía que ese hombre tan importante fuera tan duro. El marido que golpeaba y Lorenzo que cada vez amaba más a su señora.

            Ese día la había llevado a la casa donde le probarían un vestido nuevo. Cuando despertó, con tiritones de frío, la vio atrás en el coche con un cuchillo clavado en el pecho. Se había quedado dormido. Nadie creyó que fuera el esposo. Fue preso y Filomena, que conocía la verdad, se presentó al inspector y le contó cuántas veces el esposo la había golpeado. En la funeraria, cuando la vistieron para la ceremonia, vieron que tenía moretones en todo el cuerpo y quemaduras de habano por cada trozo de piel.

            En la cárcel a Lorenzo lo encontraron dormido. Lo despertaron y salió llorando con un guante de su señora escondido en la camisa vieja.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario