miércoles, 6 de marzo de 2024

YELINA

  

            Prisionera de las piedras, de la luna y de las luces del camino; Yelina viaja por la vida con el corazón roto y llena de ira.

            Una muchacha que nació con mala estrella, dicen. Su madre murió en el parto y el padre cayó bajo un rayo que en terrible tormenta derribó su enorme humanidad de campesino terco y fuerte.

            La crió una vecina que la amamantó con el amor de una madraza, ella lo intentó todo. Pero una mala sombra cubría a la niña con fiebres, espasmos y alergias.

            Cuando comenzó a crecer, se iniciaron los “sueños”, pesadillas que obsesionaron sus noches y días. Dejó de hablar. Caminaba sola murmurando con espectros y fantasmas que nadie veía.

            Caminaba en la grava del jardín vestida sólo con un camisón de lanilla rosa. Yelina estaba encerrada en su propia mente enferma. No hubo médico, ni especialista que la pudiera ayudar.

-          Es autista- dijo uno.

-          Tiene demencia o sicosis, o puede ser neurosis congénita…- dijo otro.

-          Nadie puede ayudarla dictaminaron.

Una mañana la encontraron dormida abrazada a un cachorro perdido en el jardín. Abandonado por alguna mano desconocida.

Una legión de palabras comenzaron a precipitarse con la ira contenida, el dolor y el miedo. Toda su vida en un instante se desterró de su garganta quieta.  La pérdida de sus seres queridos, padre y madre, comenzaron por aparecer como heridas hechas con un cuchillo afilado en su corazón y comenzaron las lágrimas a lavar cada una de sus penas contenidas. Entonces la vida fue de otra manera.

 

 

 

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