ÉSTO DE HABLAR
DE LO PROHIBIDO¡
-
Quiero a mis hijos.- dijo con
voz casi inaudible, mientras forcejeaba con las hilas.
- Están bien cuidados.-
fríamente, el médico le señaló una especie de pecera con los seres en
movimiento perezoso.
- ¿Cómo haremos, si en cada
herida hay una infección, doctor? Dígame, ¿Se podrá mejorar o curar?- nerviosa
y esquiva la mujer de alrededor de 45 años, se mueve con insistencia, tratando
de no tocar a la joven muchacha, que yace en el lecho totalmente dopada.
- Señora, su hija está ahora en
una etapa muy delicada. Se la encontró totalmente abandonada en una calle donde
viven un sin fin de desocupados y menesterosos. Hay que reconocer que fueron
ellos los que la ayudaron.
- Mamá te odio, devuélveme a mis
hijos- dice con voz destemplada la joven.- A Usted también lo odio, me han
quitado a mis hijos.- vuelve a repetir como un latiguillo la enferma.
- Llamaremos a psiquiatría y a
otro especialista. Igual, creemos que por lo menos estará internada entre cinco
y seis meses. De ella depende. Nosotros ahora trataremos de curar las
infecciones.- expresa con más interés el doctor.
-
Mamá devuélveme a mis hijos.
Sólo tú, me pudiste robar a mis hijos y este cabrón hijo de puta, que ahora
quiere dejar a mis otros hijos allí en esa heladera de vidrio. La Rosarito estaba a punto
de poner huevos. Y el Hilarión estaba muy viejo para subir y bajar buscando
comida. Devuélvanme a mis hijos.- la muchacha se revuelve frenética ,
alargando las manos hacia la pecera instalada cerca del lecho. – las enfermeras
entran y salen asqueadas, pero saben que deben esperar a los psiquiatras para
hacer algo.
- Señora, este Síndrome, llamado
del “Canguro” es frecuente en gente que sufrido grandes pérdidas. Es explicable
en el caso de esta muchacha. ¿Quién le quitó a los verdaderos hijos? ¿Qué edad
tenía?- el facultativo escribe en la
historia clínica cada dato detallando las palabras con líneas oscuras.
-
El primero fue a los doce
años. – respira profundamente la madre y continúa.- llegó de la escuela
descompuesta y cuando le pregunté comenzó a ensoñar con el relato de los
“favores” que le había regalado un galán del curso.
-
No mamá, mentira, yo me enamoré
y le pedí que me alejara de esa casa de brujas, donde vivía tu mamá y tus
hermanas. Vos me arrastraste hasta la atroz choza de la “médica”, la curandera
y me sacaste mi primer hijo. Era muy pequeñito.- suena como un silbido la voz siseante
de la enferma.
-
Claro, qué íbamos a hacer, en
el pueblo, con una nena de doce años embarazada de un desconocido. Expresa
apenas audible la voz de la mujer, que nerviosa se revuelve en su lugar como
una lagartija desesperada.
-
Bueno, con eso se explica en
algo todo esto. – un suspiro sale entrecortado de la boca del galeno.
-
Mentira, mentira.... – canta la
muchacha que se va poniendo cada vez más nerviosa.- ¿Y el segundo? Me lo
sacaron atada como estoy ahora, porque él y yo llorábamos suplicando.-
- Tenías apenas trece años.
¿Cómo lo iban a cuidar, si ni siquiera tenían la secundaria aprobada?- dice la
mujer.
-
Mamá y ¿mi tercer hijo? Yo escondí
durante cuatro meses mi embarazo, y la desgraciada de tu madre, que esté bien
quieta en el infierno, me descubrió y me arrastraste al inmundo lugar donde me
sacaron mi bebé. Era un varón dijo la bruja. Y él, mi amor, corrió y lo
encontraron colgando de los hierros del puente. - grita histérica, la joven.
-
Ese infame, sólo quería tu
apellido y tu herencia. Los campos de tu abuela y las joyas de la familia.
Seguro que luego te dejaría llena de hijos y en la calle.- estalla la mujer.
- Señora, hace tiempo que su hija
vive en la calle y no quiere que la lleven a su casa. Asegura interviniendo el
médico. El síndrome del "Canguro", es una enfermedad propia de personas que se
han sentido muy agredidas... y.... los sollozos suenan lúgubres en la pequeña
sala del hospital.
-
Pero... pero ella es menor. No
podía quedar en boca de todo el pueblo el buen nombre de la familia, una
familia llena de heroicidad y honor. Su abuelo fue gobernador y su padre...-
queda con las palabras jugueteando en la boca.
- Ese otro, flor de hijo de mil
putas, robó, se cogió a medio pueblo y encima trató de violarme desde que tenía
seis años. El señor Abogado más prestigioso del pueblo, hizo bien en pegarse un
tiro. Yo se lo hubiera dado, sin más ni más. Exijo a mis bebés ya mismo.-
expresa revolviéndose en la cama la muchacha, mirando los gusanos y las cucarachas que pugnan por escapar.
- Tranquila, tus cucarachas y tus
gusanos están mejor ahora que en tus heridas, que se habían colmado de larvas
y estaban llenas de pus. – Le cuenta el médico.- Se iban a contaminar con tus
infecciones. – la explicación trata de calmar a la joven enferma.- Si las
querés, tenés que ayudarte y así ellas
estarán mejor.
- Quiero a mis hijos, quiero a
mis hijas, quiero a mis hijos, quiero a mis hijas... -y el ronroneo, es una
oración ininteligible que se escucha
apenas.- Mamá... morite, hacé algo por la humanidad... suicidate.-Le escupe la cara a
la madre que llora... Salen todos e
ingresa el psiquiatra.
- Hola, me llamo Hugo y me
imagino que no querés hablar conmigo. Soy tu médico de cabecera y trataremos
juntos de ver porqué te producís esas heridas en la piel y guardás cucarachas
en ellas, ah, y gusanos, que me contaron que son tus hijos. – dice muy abierto
el hombre.
-
Sí, son mis hijos y cada una
tiene un nombre. Se aman y me aman, no como la malvada que acaba de salir. –
baja la voz- Ella me mató a mis tres primeros hijos. Eran dos nenas y un varón.
No le cuentes a nadie. Ella es de la cofradía de la catedral y reza raras oraciones
por día. Mi amor, Ernesto, se ahorcó por su culpa. El demonio vive en su casa.
Es mala y su madre y hermanas también. Quiero que me devuelvan a mis hijitos e
hijitas, ellas no van a morir en manos de una curandera. Y sigue hablando y
hablando hasta que se queda dormida. La alienada, sólo cree que sus gusanos y cucarachas, estarán vivas debajo de su piel, abierta con hojas afiladas de cuchillos.
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