Destino de una rosa
blanca… un destino inescrutable.
Cayó un árbol robusto donde anidaban
zorzales
Ha dejado una estela de silencio y lágrimas
Donde la piedad esgrime su
sutileza de árbol,
tan sólo resta un muro
señalando la huella.
Un camino, con una marca
oblicua de la pisada ajena.
Un desierto de sueños para el retoño, que ha quedado
con los brazos abiertos,
reseca la garganta.
Escapa un reflejo de su
labio marchito.
La sonrisa olvidada en
tiempo de alelíes;
en tiempo de cometa.
Una rosa blanca marchita en
su mano yerta.
Los párpados de alabastro
dormido
mirarán otro sitio de azul
pradera añeja.
Una rosa de agua se aleja
por el río.
La palabra redonda gira
en el silencio del misterio
calcáreo de la muerte.
Recuerda,
que los pájaros no vuelven,
la mirada tampoco.
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