viernes, 4 de noviembre de 2016

POEMA XXII

XXII

Esa muralla de pesimismo agrio y detestable que me insertas,

rodea mi piel y mis sentidos con agujas de miedo.

Allí, lo imposible se agiganta.

Nadie puede transformar el futuro y trocarlo en milagro venturoso.

Nadie. Ni yo, ni tú ni el Dios que nos mira desde siempre.

Imploro y callo. Tú quieres derrotar al cielo.


Yo al infierno.

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