Me precipito en mi miedo alucinada.
Apestan mis manos que en el lecho de ostras primitivas, petrifican
los sueños otrora amigables. Trasiega en mi morada frutal la peregrina estrella
amorosa. Dolor, apesta tu nombre sostenido entre los dedos firme de la nieve.
Se derrite al calor sofocante de la noche. Duermo y al despertar está el jardín
florecido de jazmines. Los sueños me apedrean con perfume de incienso y sal
marina.
Ahora espero y la melodía temprana de las
aves, distraen la tristeza y trastocan lo triste en maravilla.
Un ángel ha dejado caer una suave pluma sobre mi hombro y a lo lejos veo como corre un ciervo en la maraña. La esfera dio vuelta en un acribillar de minuteros dándome un alfiler de acero que deja caer una gota de sangre en mi almohada.
Un ángel ha dejado caer una suave pluma sobre mi hombro y a lo lejos veo como corre un ciervo en la maraña. La esfera dio vuelta en un acribillar de minuteros dándome un alfiler de acero que deja caer una gota de sangre en mi almohada.
UN REGRESO DESDE CHILE. EL CAMINO ES COMO LA VIDA... CON LUCES Y SOMBRAS, CON NUBES Y SOL, ESCARPADO O LLANO. UN PERMANENTE DESCUBRIR EL SEGUNDO QUE APARECERÁ FRENTE A NUESTROS OJOS.
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