El ruido de las bocinas
aplacaba el sonido de las voces dentro del museo. La joven guía suplicaba con
amables gestos un silencio necesario para hacerse oír. De frente a una enorme
vitrina, la bulliciosa concurrencia se quedó sosegada. ¡Un suspiro general
recorrió las gargantas secas!
- Acá está el nuevo descubrimiento del conocido Alan
Ochoa Harvey, el antropólogo. Él, los descubrió en la zona de Santa Marta, en
una región algo escondida por un terremoto antiguo. Este grupo es de la época
Chibcha- Muisca, aproximadamente. Lo sorprendente es que las momias
encontradas, son de un español y de una indígena. De acuerdo al carbono 14, son
muy antiguas. Murieron en un suceso incomprensible. Juntos se conservaron intactos,
gracias a las cenizas volcánicas de una erupción del volcán Vallepudar, hoy
dormido. Si observan el cuerpo de la joven, una serpiente se ha clavado en su
pequeño seno izquierdo. Allí donde se encuentra la gran esmeralda
"Quimbaya". En la espalda se encontró un fardo entretejido de Yuca
con los ornamentos más importantes en oro que nos han llegado. Los aros y el
collar tienen dioses zoomorfos. Si observan el penacho sobre el casquete de
oro, muestra plumas de quetzal y aves del Paraíso, con adornos en madreperla.
El español, era un empobrecido hidalgo, que llegó hasta aquí, sin saber que
quedaría como muestra de la invasión bárbara a unas magníficas civilizaciones
amerindias.
Los " flash " de un sinnúmero de cámaras
fotográficas inundó un instante el cálido sitio. Un sonido agudo producido por
un joven estudiante colombiano, interrumpió el desprejuicio de los turistas.
Aquí parece que los carteles con " Prohibido sacar fotos" no son impedimento
para el cúmulo de curiosos.
¡Grande fue la sorpresa de algunos turistas al revelar
las fotografías y ver que las momias tenían el aspecto de "seres" vivos!
Y que tras el vidrio que las contenía una luz de intenso color azul-verdoso
desdibujaba el rictus de dolor de ambos personajes.
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