Hay un tiempo
sacrílego de luna desgajada,
vierte sudor de
fuego de lágrima azul.
Es tiempo de
solsticio, de naufragio silencioso,
inmolado en
simetría de una vida malograda.
Muere en el mar,
agazapado en la
tiniebla,
el horizonte
sumiso y desgarrado,
me detiene allí,
donde limita el
olvido y desperdicia la sed.
Hay otro tiempo
sin tiniebla
aurora liberada
en un sótano blanco
y el lienzo es espuma
quieta,
juego infinito
de boca y ojos confundidos.
Labio ardiente,
entre los labios
de manzana,
abrazo de
tentación mojada en beso
ícono desnudo en
alabastro,
iluminado por el
sol.
La pupila es de
incienso y oro.
Nuevo milagro de
los dioses.
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