Ese fuego
que alimenta la sonrisa
se eleva
desde el fondo de su alma
regalando a
la vida tanta calma
como a
otros les impulsa el tener prisa.
No hay
calor más fuerte que electrice
la mirada
de un amante que no alcanza
a tener en
el pecho una esperanza,
o los
brazos y manos plenas de caricias.
Es por esto
que yo creo, que el amor nos eterniza
y nos llena
la vida de enorme templanza,
para lograr
que se llegue a la vejez amiga
con el
rumor de un fuego dulce, y alabanzas.
Para que la
noche oscura de la muerte desdiga
que no se
puede vivir sin dulce calor en el alma.
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