domingo, 19 de mayo de 2019

LOS PROBLEMAS SE AGRAVAN.


   
      LOS FANTASMAS SE ADUEÑAN DE ROLO.       
Me levanté temblando. Maldije, sí, maldije a la pandilla que me trajo todos los problemas. Yo era un chico tranquilo, juguetón y alegra. Me encantaba jugar a las figutitas,  al boleybol y al fútbol, pero desde ese maldito día mi vida es un infierno. Cada día me despierto con más miedo. Ayer, sin ir más lejos, en la computadora muy sentado el viejo soldado afilando la espada, que de oxidada ya no tiene filo...y antesdeayer...la mujer sentada en la alfombra mirando contentísima el álbum de las estampillas. Ni hablar de cuando al guitarrista o qué se yo que toca, se pone a dar recitales entre las sombras. ¡ No me dejan en paz! Si salgo al baño, me siguen y me espían, si voy a la escuela, ella, corre con el impermeable de mi abuela y se abraza por dentro a mi espalda y sale conmigo, pero el soldado, que está re loco, se agrega y no puedo, casi, caminar. Voy a perder el año y seguro que mi mamá me “mata” siempre salí entre los primeros...y ahora tengo varios regulares. Hace dos días que aparece otra señora...una tal Nicolasa que parece que adora a la tonta, que se pega a mí, para todo.
Hoy si no me equivoco, los chicos en la escuela se quedaron fritos. Yo no les puedo hablar porque ellos, los fantasmas, me tapan la boca o qué se yo, la cuestión que no puedo decir palabra. Lo único que falta que ese médico que me ve, diga que estoy loco y me encierren. Quisiera explicar que me llevan a la casa de la esquina todas las noches, que no me dejan dormir, que me usan los libros, los juguetes, hasta he visto que intentan usar la computadora...gracias a Dios, que de tecnología no saben nada, los muy ignorantes. Ya en mi cuarto tengo instalado a cuatro fantasmas, y son tan pesados, a pesar que por ahí son transparentes...Cuando quieren asustar a alguien para alejarlo, sacan partes de sus viejos cuerpos y lo muestran. Hay días que me han ayudado a hacer la tarea. El soldado sabe mucha matemática y la chica, dibuja bárbaro. La tal Nicolasa, me tiende la cama y ordena. Mi mamá cree que por lo que me pasó estoy más ordenado...pero son ellos los que juntan las cosas. Si no arreglan, no entran en mi cuarto y por eso son educados y tienen todo bien. Ni decirle al sicólogo que ellos conviven conmigo...eso sería mi ruina. Mañana, que tengo prueba de historia, me llevo al soldado que sabe un montón. Y si la profe de música se pone pesada, me llevo al otro, al de las serenatas. 
Por ahí me traigo a la pandilla y les doy un buen susto a este montón de extraños. Según me contó Luchito, Don Celedonio y su  abuelo Ever, me aconsejan buscar la forma de echarlos. He descubierto que si nombro a Dios o a Jesús empiezan a temblar y se van por un rato. ¡ Esa sería una forma! Pero regresan y a veces traen a otros.
Me voy a la placita, los chicos están reunidos y yo quiero jugar. ¡Eh, amigos...Dios...Jesús...Alá...Dios, Dios...Dios...! Se fueron por un rato.


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