¿En qué
crepúsculo estás?
Escudriño mi
destino sin sorpresa.
Acaricio el
rostro del niño entre las manos.
Pasearán
marfil tus dedos mientras suena
el Claro de
Luna o El Choclo
con la fuerza
vital gastando el piano.
Estarás
levitando en la comarca celeste
de ángeles o
entre viñas fértiles que esperan el vino nuevo
Tal vez,
estarás caminando o flotando sobre trigales maduros
en el final
del terraplén que te llevaba un tren a Las Parejas.
Allí tus
inquietudes de quinceañera soberbia y
mimada
entre la risa
fácil de la muchachada del veinte.
Capelina y
tacones con tafetán a lunares.
El andén
atiborrado de gente que paseaba
esperando ver
llegar a los de la ciudad vital, la de otro siglo.
¿Adónde
estarás madre? Qué inconfundible el recuerdo de tu risa.
¿Qué habrá
quedado de tu amor entrañable a la belleza,
a lo grandioso
del barroco, a la madera con perfume a
cedro,
al oro
filigranado en una laca inflamada de coral y nácar?
Artista sin prestigio por ser mujer, en un
tiempo
irremediable
de misoginia y desprecio. Fémina feroz. Inimitable.
¿Adónde y cómo
estarán tus manos? Hábiles contrincantes de la pereza.
Hacedora
incansable. Incomprendida por todos. Por mí también.
Torpes
palabras hoy tratan de abrazarte en la inexplicable soledad
donde yaces
dormida. Me desprecio.
Tu carne ha
consumado un amorío con los huesos del amor
que están en
las tinieblas. ¿Cómo logras integrarte al amasijo de barro
y piel bajo la
tierra?
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