sábado, 11 de mayo de 2019

A MI MADRE


¿En qué crepúsculo estás?
Escudriño mi destino sin sorpresa.
Acaricio el rostro del niño entre las manos.
Pasearán marfil tus dedos mientras suena
el Claro de Luna o El Choclo
con la fuerza vital gastando el piano.
Estarás levitando en la comarca celeste
de ángeles o entre viñas fértiles que esperan el vino nuevo
Tal vez, estarás caminando o flotando sobre trigales maduros
en el final del terraplén que te llevaba un tren a Las Parejas.
Allí tus inquietudes de quinceañera soberbia  y mimada
entre la risa fácil de la muchachada del veinte.
Capelina y tacones con tafetán a lunares.
El andén atiborrado de gente que paseaba
esperando ver llegar a los de la ciudad vital, la de otro siglo.

¿Adónde estarás madre? Qué inconfundible el recuerdo de tu risa.
¿Qué habrá quedado de tu amor entrañable a la belleza,
a lo grandioso del barroco,  a la madera con perfume a cedro,
al oro filigranado en una laca inflamada de coral y nácar?
 Artista sin prestigio por ser mujer, en un tiempo
irremediable de misoginia y desprecio. Fémina feroz. Inimitable.
¿Adónde y cómo estarán tus manos? Hábiles contrincantes de la pereza.
Hacedora incansable. Incomprendida por todos. Por mí también.
Torpes palabras hoy tratan de abrazarte en la inexplicable soledad
donde yaces dormida. Me desprecio.

Tu carne ha consumado un amorío con los huesos del amor
que están en las tinieblas. ¿Cómo logras integrarte al amasijo de barro
y piel bajo la tierra?




No hay comentarios.:

Publicar un comentario