Cansado de vivir en un mundo artificial y consumista Juan Cruz dispuso darse el lujo de tomarse un año sabático. Su trabajo le había permitido hacer acopio de ahorros, poco importantes, pero que le permitían planificar bien para completar su sueño. Fue así que tomó un avión y fue a una isla en medio de un mar paradisíaco. Allí tomó una cabaña y comenzó a tomar clases de surf, de buceo y en las noches se acercaba a la cantina para tomar un trago.
Una noche un joven lo invitó a ir con un grupo al casino que estaba a un kilómetro de la cabaña. ¡Nunca había jugado en un casino! Era su nueva experiencia. Jugó y como principiante…ganó una suma muy interesante. Así se aficionó al juego.
Cuando regresó a su país y a su trabajo, comenzó a indagar dónde había casinos y allá fue. ¡Claro que no fue lo mismo! Ganaba y perdía más de lo que ganaba. Pero la fiebre del juego lo había raptado.
Fue así que fue perdiendo la noción del día y la noche, lo echaron del trabajo, perdió todo lo que tenía: auto, departamento y hasta los muebles. Una mañana apareció muerto dentro de un baño del casino, en la mano tenía varias fichas de lato valor. ¡Le había dado un infarto por la emoción!
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