En
la sombra del aire regresó desdibujando el dolor de tu ausencia.
Entré en el único bar del barrio. Me
senté escondido en la silla más apartada. El dueño que esperaba que llegara el
ayudante, se acercó para hacer posible tomar el pedido. La seña era simbólica:
Un café chico.
Entraron
dos hombres trajeados como los que ofrecen libros educativos en los colegios.
Luego aparecieron un par de alborotados jóvenes que llamaban por celular a
ignotas amigas. ¡Todo ruido y carcajadas!
Miraba el reloj con angustia.
Tenía el boleto para viajar en pocas horas y no era fácil conseguir un taxi a
esa hora. Ella no llegaba. ¡Malditas mujeres, con eso de vestirse, maquillarse
y dar vueltas y vueltas, nunca cumplen con los horarios!
Pero
ella no es así, nunca lo fue. Es raro, pensé. Llegó el pibe que trabajaba de
mozo. Estaba pálido y despeinado. ¿Sabe, Braulio, ha escuchado las noticias?
Ponga el televisor, hay unas noticias terribles.
¡Vos
por no llegar a tiempo, siempre tenés novedades para distraerme! Ponete la
chaqueta y el delantal y pasá por las mesas a levantar los pedidos que faltan.
No,
jefe, prenda
Lo
miré asombrado y lo llamé. ¿Pibe qué noticias? Estoy esperando a mi novia y ni
viene, algún accidente o… ni me digas.
No
amigo, han llenado las calles de policías y gendarmes. Unos extranjeros que
vinieron en un crucero han ingresado con una enfermedad que mata. Hay un
escándalo, patrullas, ambulancias y hasta los bomberos. No permiten pasar para
nada hacia este lugar. Parece que tienen un “virus venenoso” y súper
contagioso. Dicen que han muerto como setenta personas en el barco. ¡Vamos Braulio,
prenda la tele y verá!
Me
quedé temblando junto a la mesa. Los tipos sorprendidos, se acercaron para
escuchar y los jóvenes se quedaron mudos.
Ahora
cuando llegue, qué voy a hacer. ¿La dejo con estos problemas? Ahí, viene un
policía. Trae un barbijo y guantes de látex…
¡Señores, no pueden estar acá! ¡Regresen a
sus hogares y no salgan si no quieren morir! Es una orden del presidente. Nadie
entra o sale de la ciudad sin autorización del jefe de sanidad del gobierno.
Salí
corriendo, tomé el primer taxi que pasó. No me quería llevar a casa. Todo era
un caos. Cuando llegué a casa, vi en la puerta una ambulancia. Se la llevaban a
ella. Ahora estoy perdido, ni viajo y no puedo estar con ella. Mi amor. Te voy
a extrañar tanto. ¿Cómo viviré tu ausencia?
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