lunes, 20 de marzo de 2023

UNA CIUDAD EN FUGA

 

                                               En la sombra del aire regresó desdibujando el dolor de tu ausencia.

 

                Entré en el único bar del barrio. Me senté escondido en la silla más apartada. El dueño que esperaba que llegara el ayudante, se acercó para hacer posible tomar el pedido. La seña era simbólica: Un café chico.

            Entraron dos hombres trajeados como los que ofrecen libros educativos en los colegios. Luego aparecieron un par de alborotados jóvenes que llamaban por celular a ignotas amigas. ¡Todo ruido y carcajadas!

                Miraba el reloj con angustia. Tenía el boleto para viajar en pocas horas y no era fácil conseguir un taxi a esa hora. Ella no llegaba. ¡Malditas mujeres, con eso de vestirse, maquillarse y dar vueltas y vueltas, nunca cumplen con los horarios!

            Pero ella no es así, nunca lo fue. Es raro, pensé. Llegó el pibe que trabajaba de mozo. Estaba pálido y despeinado. ¿Sabe, Braulio, ha escuchado las noticias? Ponga el televisor, hay unas noticias terribles.

            ¡Vos por no llegar a tiempo, siempre tenés novedades para distraerme! Ponete la chaqueta y el delantal y pasá por las mesas a levantar los pedidos que faltan.

            No, jefe, prenda la Tele. Ya va a ver. Hay un verdadero lío en todos lados.

            Lo miré asombrado y lo llamé. ¿Pibe qué noticias? Estoy esperando a mi novia y ni viene, algún accidente o… ni me digas.

            No amigo, han llenado las calles de policías y gendarmes. Unos extranjeros que vinieron en un crucero han ingresado con una enfermedad que mata. Hay un escándalo, patrullas, ambulancias y hasta los bomberos. No permiten pasar para nada hacia este lugar. Parece que tienen un “virus venenoso” y súper contagioso. Dicen que han muerto como setenta personas en el barco. ¡Vamos Braulio, prenda la tele y verá!

            Me quedé temblando junto a la mesa. Los tipos sorprendidos, se acercaron para escuchar y los jóvenes se quedaron mudos.

            Ahora cuando llegue, qué voy a hacer. ¿La dejo con estos problemas? Ahí, viene un policía. Trae un barbijo y guantes de látex…

            ¡Señores, no pueden estar acá! ¡Regresen a sus hogares y no salgan si no quieren morir! Es una orden del presidente. Nadie entra o sale de la ciudad sin autorización del jefe de sanidad del gobierno.

            Salí corriendo, tomé el primer taxi que pasó. No me quería llevar a casa. Todo era un caos. Cuando llegué a casa, vi en la puerta una ambulancia. Se la llevaban a ella. Ahora estoy perdido, ni viajo y no puedo estar con ella. Mi amor. Te voy a extrañar tanto. ¿Cómo viviré tu ausencia?          

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