Danilo
escapó corriendo del gentío. Había sospechado que algunos iban armados. Una
protesta igual a todas y regresarían. No esta vez iba en serio. Estaban
emborrachados de odio.
La fábrica
cerró y quedaron sin trabajo. ¡Es cierto que el miedo es un oscuro perro que
corroe el alma! Pero con las armas no se juega, pensó Danilo. La calle parecía
más larga y se escuchaban los tiros. Pasó un patrullero. Se agachó en medio de
la vereda angosta. Pudo “zafar”, pero se escurrió por una lateral. Allí la vio.
Era una muchacha de unos veinte años, estaba herida. Pensó que era por la
refriega en la protesta. Se acercó con cautela. Ella, estaba boca abajo. No la
quiso tocar. Pero sintió el quejido y fue más fuerte que su “cuidado Danilo” y lo
emboscaron. Eran tres tipos de la pesada del sindicato.
¿A dónde
vas “mequetrefe? Y le cayó el golpe en la cabeza, en la espalda, en las
piernas. Lo arrastraron hasta un baldío. Allí quedó como muerto.
Un tipo en
bicicleta pasó cerca y el se quejó esperando una ayuda que no vino. Luego
comenzó a aclarar, el cielo se iba transformando en un poncho morado con
ingenuos rosados del sol que despertaba. Vio una mujer que llevaba un niño de
la mano y le hizo seña. La mujer asustada gritó: -Mando a mi viejo. Y siguió de
largo. Quiso incorporarse. No pudo. Tenía la boca hinchada y llena de sangre.
Llegó un
patrullero, le vieron las heridas y llamaron la ambulancia. Sintió la sirena
como si fuera un rezo matutino. No se acordaba los rezos que le enseñó la
abuela… Danilo “el Padre Nuestro”, Danilo el “Ave María”, pero pidió a ese Dios
que tenía olvidado que lo ayudara a regresar a su casa vacía.
Una semana, dos y los
médicos le fueron cosiendo las heridas. Un policía vino y lo interrogó sobre el
hecho. Él, no escondía nada. No le encontraron armas ni siquiera una piedra
entre las manos ni entre la ropa. Llamaron a un pariente y le dieron la
noticia… no podrá caminar más. Lo han herido muy mal. Pensó en sus compañeros.
Supo por un camillero que la fábrica había sido tomada y que un grupo del
sindicato se había hecho cargo de reabrirla. Los otros, los que iban con armas
habían vuelto y él, que había salido para no tener problemas, salió
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