miércoles, 18 de abril de 2018

RESINA HIRVIENTE



El incendio había atrapado todo. Las bestias huían en los estrechos espacios por donde podían colarse. El nefasto humo agrio, invadía el pequeño bosquecito de la isla.
Añosos los pinos crepitaban como hijos huérfanos en duelo. Los pastizales como látigos de lava hirviente, castigaban a las indefensas alimañas del monte isleño, que se freían con el fluido resinoso que chorreaba. Borboteaba fluido de los troncos casi calcinados en lenguas sangrientas.
De pronto, el cielo compadecido gimió. Llovió con furia, apagando lentamente el siniestro aniquilador. Un fantasmal habitante de las inmensidades celestes fue extinguiendo, uno a uno los pabilos de un gigantesco candelabro.

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