miércoles, 18 de abril de 2018

EL ABANICO NEGRO


           Todo negro...mi vestido de tafetán, mis guantes, mi sombrero de plumas y cintas...el velo que cubre mi frente y los ojos hinchados por el llanto. Todo negro...hasta mi corazón. El abanico de viuda y sus tristes destellos en mis manos tristes.
            Entro al salón. Me detengo y respiro profundamente. Paso al escritorio y me veo reflejada en el gran vidrio de la biblioteca. Yo, allí, erguida, sostenida apenas por el "polizón" y el "corset" ; aunque estoy quebrada en millones de fragmentos. Erguida a pesar del dolor.
             Sí, mi amado José Carlos ha muerto. Ya no veré su fino bigote que con delicados movimientos atusaba para esconder la sonrisa cómplice. Sus lentes de oro y vidrios pequeños, que encubrían su mirada apasionada. Su deseo.
            ¡ Cuánto amo a ese hombre que se ha escapado de mis apasionados brazos ! Miro mis botines también tan negros como el perfil oscuro de la muerte. Tal vez ellos ocultan mi temor  y desolación, en mi paso firme. Camino hacia el escritorio de caoba. Abro el cajón del frente...y allí está la pequeña pistola. Fría mensajera de metal y nácar. La tomo lentamente...me siento el enorme sillón de terciopelo rojo...la acerco a mi frente y dudo. La pongo con mis manos trémulas junto a mi boca sedienta de sus besos y su aliento . ¡ Disparo y un chorro de sangre brota como una cascada sobre las cartas de él, que sueñan en la tapa del mueble frente a mí ! Silencio.

            Un ruido cercano me despierta. Estoy sola. Hace unas horas me he quedado dormida en el viejo escritorio de mi abuelo. Mi amor ha muerto ayer y extraño su pasión. Su cuerpo. Su compañía. Sus besos... Miro hacia el jardín y observo el auto negro que brilla con el sol que trata de ocultarse entre los árboles. Mi vestido blanco de seda está empapado de lágrimas tibias. Observo el recinto...es el mismo de mi sueño.
            Sobre mi regazo...un abanico "negro" de viuda, me deja el mudo regalo de mi bisabuela. Ella estuvo allí... hace muchos años. En el gran espejo veo una figura tenue que se desdibuja en las sombras. Ha dejado un fuerte perfume de violetas.


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