lunes, 23 de abril de 2018

MUJERES MALTRATADAS



                La marta se sentó juntó a mí en el jardín de la casa de campo. Siempre tenemos ese clima de confidencia que hermanan a las mujeres. Ella criada allí en medio de los cerros y yo tan citadina como un shoping.
Los tulipanes han comenzado a abrirse. Y los narcisos como si quisieran besar el sol.  ¡Ah, mire si hasta los jacintos besan la tierra por culpa de esta lluvia inusitada y a destiempo…  húmeda del terreno de atrás!
Hoy no vino tanta gente joven. El año pasado estaba lleno. Pero como no los dejaron traer alcohol ya no quieren venir. Antes era una fiesta.
Vi muchos jóvenes en el camino de paso al poblado, sabe, creo que  es mejor, ahora hay muchas chicas que se embarazan sin cuidarse y después…
Ni me diga, si lo sabré yo, digo, porque acá nos conocemos todos. Hace muy poco se suicidó la Hortensia, la cuñada del “Tormenta”.  Dicen que la dejaron un ratito solo y cuando volvió el pelado, estaba colgando  medio de rodillas sobre la tierra. No se  pudo hacer  nada.
¿La Hortensia no es la que el año pasado perdió dos hijos?
Sí, se suicidaron igual que ella. Dicen acá en el pueblo que estaba loca.
¡Usted que cree diga, acaso una mujer al que se le van dos hijos en esa forma no se puede transtornar?
Y… visto así, claro,  lo que pasa es que acá hay mucha ignorancia. Y pobreza, a los hombres no les gusta trabajar, se sienten inferiores, como hembras, si agachan el lomo.
¡Pero es la ley de la vida! Nacemos para hacer cosas. Si no estudiamos o aprendemos un oficio…!
Acá, el trabajo lo tenemos que hacer nosotras y ni le digo como nos tratan  en la cama.
¿En la cama? ¿Quiere decir dentro del matrimonio? En la vida sexual es cuando más se nota el machismo acá y en todos lados, no crea que en la ciudad  no pasen cosas parecidas.
Pero acá. Son como animales. Yo a mi hombre le tengo mucho miedo. Me agarró desde un principio y me obligó abortar seis veces… y yo todas las noches cuando me acuesto, después de rezar, Le pido a la Vírgen que él pague por lo que me hizo hacer.
¿Lo odia o le teme? Dios no la va a juzgar por lo que él le hizo, imagínese si usted, Marta querida, hubiera tenido que criar ocho chicos… los dos que tiene son sanos y les pudo dar de lo mejor. Con ocho, ¿quién sabe?
Yo antes le tenía terror. El miedo me hacía hacer pis en la cama cuando el venía a acostarse. Después me fui acostumbrando.
¿Ahora le tiene miedo? O quisiera que…
Por lo pronto, no lo dejo que se venga a mi cama, ya tengo casi setenta años. Se imagina que un viejo de mierda sólo quiera… bueno usted sabe, ¿no? Y me insulta y dice que soy una tal por cual y que para eso me casé, pero yo no  me casé para ser sólo una…  ¿cómo dicen en la tele? Una vagina.
Yo entiendo lo que siente. ¡Nunca imaginé que sufriera tanto!
Me cierno cualquier cosa, enfermeros, medicuchos, matronas… rezo por esos pobres niños que nunca vieron el sol. Y pido que este viejo de mierda pague por cada aborto que me hizo, me obligó a hacerme. Espero que lo pague en el infierno.
¿Tiene miedo? Dios ni nadie la pueden juzgar.
Lo odio y cuando toma y lo veo querer acercarse a la cama, saco el rebenque para sacarlo a los golpes. Sí, le tengo mucho miedo y asco. ¿Sabe que si por él fuera yo tendría que  servirlo cada noche?
Usted tien edad como para tener una sexualidad feliz. Según dicen los especialistas…
Déjeme de pamplinas, son unos viejos cochinos, sólo quieren coger y chupar, de trabajar, nosotras. De mantener y educar los hijos, nosotras y bueno… tal vez la pobre mujer se suicidó por eso. ¿Quién lo puede saber?
Tal vez, pero… quédese tranquila. No se vaya llorando, hay seis ángeles que la cuidan y la esperan
Y seis diablos que lo arrastrarán al viejo al mismísimo infierno. ¡Eso espero! Hasta la semana que viene, ¡está hermoso su jardín doña, está muy lindo!  

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