lunes, 2 de abril de 2018

PREGUNTAS DE NIÑA


La tarde le ponía una letanía de estrellas al parque de los Urbani. La anciana sentada en una hamaca desmadejaba recuerdos. Tiziana, su nieta, a los pies jugaba con una antigua cajita de música. Apenas hablaban. Ticiana era su compañía. Pequeña menuda y risueña, escuchaba el susurro de los árboles del jardín. Unos pájaros bullangueros dispersaban sonrisas. De pronto elevando la carita pecosa hacía la mirada amorosa de la abuela, clavó los ojos de agua clara en la piel antigua. Luego cerró sus ojitos y coronó con un suspiro. Pareces una azucena.- dijo la anciana seria. Abrió grandes los  ojos de estrellas matutinas y regaló una risa. Cascabel de esperanza entre sus labios pequeños, profunda su mirada ingenua.  Trató de ingresar sus pupilas creando un túnel de pétalos celestes en la mirada de su abuela… comenzó a canturrear y de repente…
- Abuela… ¿De color es la letra a?- preguntó inquieta….
- Del color del amor, creo….un color de caricias de terciopelo, del color de los pétalos de las azucenas que tienen en su altar la “dama” con su niño…
- ¿Has visto tu al amor? Acaso alguna vez vino a visitarte… dijo la niña  ingenua.
- El amor, mi pequeña Ticiana, ha venido mil veces. A mi corazón, a mi ventana. Se llamaba mamá, se llamaba José, ese fue mi padre. Un día vino en un alto y hermoso hombre. Lo amé con mucha ternura fue tu abuelo Fernando. Después vino con rostro de niña. Esmeralda, tu mami. Vino como un varón, tu tío Pedro...como vez, amor tiene el color del recuerdo, puede ser trasparente; blanco, verde... celeste como tus ojos.
-!Ay, abuelita... ¿qué hermoso debe ser mirar con tus ojos...’. Acaso me ves con el color del amor. ¿Conmigo que color tiene?
- Contigo, mi pequeña... tiene un tono rosado. Piel de caracol marino; tiene color de luna... pero tibia y dulce.
- Entonces tú sabes tantas cosas... ¿Qué sabor tiene el otoño?- dice la  niña  empinada para sacar una hoja seca del cabello blanco que transita a la  abuela
- El otoño... tiene sabor a setas, pequeñitas, doradas. A las hojas que crujen, que protestan porque se han olvidado de ser verde de ensueño.
- Abuelita: ¡Declaro que te quiero por eso! Porque solo tú me escuchas. Juegas. Conversas... a mamá y a papá los veo tan poco... siempre están  ocupados.
- Para eso estamos  nosotras...las abuelas. Amiga de las hadas. Con ángeles que juegan a la mancha y traviesas brujitas... que no son malas.
- ¿Me las muestras?- dice la  niña  trepando por las piernas de la noble anciana.
- En las noches de luna. Tal vez podamos verlas. -Y ahora... ¿me puedes contestar otra pregunta que me interesa?
- ¡Por suerte tengo todo el tiempo que todos los relojes del mundo! -Ve Ticiana, que vengan tus preguntas...y la vieja sonríe. Sabe del interés de conocer el misterio grandioso que rodea a la niña.
- ¿Qué olor tiene la calesita... Tiene olor a pororó, a manzanita dulce, a prealineé, tiene olor a infancia, tiene metido adentro caminos interminables que el caballito blanco, con arreos dorados recorre hasta el cansancio.
- ¿Adónde va abuela?- dice mirando con asombro la cara tierna de la mujer.
- ¡Ay, mi niñita de mirada de caramelo... recorre por países de ensueño. Reflejado en los espejos estarán las princesas de los cuentos. Las pequeñas luciérnagas... son farolitos tenues que señalan castillos ... y allá van trotando los caballitos de color canela; negros como la  noche...¿te has dormido?- la pequeña apoyada en sus piernas sueña...¿A qué mundo de magia ha ingresado Ticiana?


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