Querida Beba: han pasado unos días
desde tu paseo a visitar a tu tía en Bs. As.
Me parece que han pasado meses desde que te fuiste. Me siento más sola, tonta y
fea que nunca.
Te cuento lo que pasó... se me
rompieron mis zapatitos de charol. Esos que tenían pulserita que a vos te
gustaban tanto. Subí la escalera para esconderme, porque había venido “el que
vos sabés” y yo no quiero ni mirarlo. Me muero al verlo; ¡Es tan hermoso! Me
caí y los rompí. Mi mamá me retó muchísimo, dice que como siempre vivo en las
nubes. Siquiera; así lo podría mirar al “Gringo” y él, ni sabría. Pero
ahora...mi mamá compró unos zapatos horrorosos. Los odio. Los quemaría y sería
un poco feliz.
Son chatos, marrones, feos. A las
chicas de la escuela les mentí. Les conté que me los habían traído del oriente de
regalo, un amigo de papá y que tenían la virtud, que cuando me los ponía, podía
bailar en puntas de pie. ¡Cómo me gustaría que me mandaran a baile! Pero nunca
hay plata. Igual espero tu regreso, así jugamos a las reinas y cuando vaya a tu
casa, paso por la vereda de la casa de él y si lo veo salgo corriendo. Los
otros días andaba en bicicleta y me dijo: ¿Querés dar una vuelta? ¡Cómo le digo
que a mi no me dejan aprender a andar en “bici”; mi mamá dice que no es de
niñas finas y mi papá que una nena debe
cuidarse....que se puede caer y que se yo qué más! ¡Igual apenas le dije
gracias y salí caminando muy rápido para que no me mire!
¡Soy tan fea y él es tan lindo! Me
gustaría que me dejen usar trenzas como las tuyas, pero mamá no me deja. Tengo
un pelo pobre y lacio. Puro ojo y nariz. ¿Sabes como me dice la tonta de la
modista? “Faccia brutta” que en italiano quiere decir...cara fea. Si ya lo se,
pero ¿qué voy a hacer? Por más que me escondo, de vez en cuando, como soy
curiosa salgo y he aprendido, gracias a vos, a
representar que no me importa. De noche lloro y mi madre no se da
cuenta. Mi papá cree que es porque estoy leyendo Mujercitas de Luisa May Alcott
y Jean Eyre de una de las hermanas Bronte.
Regresa pronto amiga, a tu lado
paso momentos memorables, leyendo autores maravillosos, escuchando música
clásica y aprendiendo en la Enciclopedia
Británica que te regaló tu tía. Me pregunto: ¿Es normal para
una chica de trece años estar enamorada del vecino? La tía Florinda me regaló para
mi cumpleaños un diario y me dijo que tengo la edad justa para desparramar mis
sentimientos e ideas. Y me contó que hay
un diario muy importante que encontraron en un altillo en Holanda de una niña
llamada Ana Frank que fue llevada a los campos de concentración en la guerra
por los nazis y al regresar su padre, lo recogió de los restos y ahora es
perentorio (viste qué lindas palabras he aprendido) que se lea y en especial
los jóvenes.
Bueno mi querida amiga, espero tu
regreso. Un abrazo a tu tía y a tu mami.
P. /D.: Apenas vuelvas a tu casa
vení que mi padre compró otro disco de Tchaikovsky.
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