martes, 22 de octubre de 2019

UN RAMILLETE DE VIOLETAS



            Me senté en las escalinatas de “Sacrê Cord”. Una larga fila de jóvenes extranjeros pasaban a mi lado. Otros tocaban un saxo, una flauta traversa y un violín. Todo era risas, comentarios en varios idiomas desconocidos para mí y miradas encontradas.
            Uno se detuvo, me miró diferente, se sacó el sombrero y haciendo una reverencia, me saludó con deferencia. Le devolví la sonrisa y le entregué un ramillete de violetas. Las besó y siguió a sus amigos. Nunca se volvió a mirarme.
            El sol subía sobre mi cabeza y brillaba en la cúpula de la enorme iglesia de mármol blanco. Tornaba nacarada a rosa y luego a naranja hasta casi roja. Cerré los ojos y me pareció que aun oía al hermoso efebo que noches atrás, en la cantina, donde trabajo; me sostuvo la cintura y me hizo bailar un “tango”. Era un grupo de argentinos que disfrutaban de unas vacaciones en París.
            Luego, cuando les serví una botella de champagne  se puso frente a mi y dijo: “Vengo de las pampas. Del sur donde las estrellas de la Cruz del Sur, hacen palidecer tus bellos ojos. Donde el trigo baila un constante vals en la campiña. Donde las vacas sueñan con viajar por el mundo en churrascos apasionados. Donde el río más ancho de América se pone bravo y en cuyas aguas llegan de todos los países para comer y bailar tango. Y…” todos sus amigos reían a carcajadas. Yo, que soy muy tímida, me apoyé en el madero del bar y una lágrima intrusa rodó por mi rostro.
            Un joven se acercó y me entregó un ramillete de violetas. Marchitas pero aun perfumadas. Secó con un dedo mi lágrima y me sonrió. Entonces  pude ver que era uno de los del grupo que me había reconocido. Me hizo una reverencia y se sentó. Nadie pudo reírse. Ninón comenzó a cantar una dulce canción de la Piaf. Yo me saqué el delantal y salí corriendo de la cantina. Un gato me siguió hasta la casa donde vivo. Allí lloré hasta el amanecer. Pero… me gustaría conocer ese país del que hablaba el muchacho anoche. ¡Un sueño más para mi pobre vida!

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