martes, 22 de octubre de 2019

LOS VIEJOS.




            No es fácil, en verdad, no es fácil. La mujer camina con dificultad entre los cuidados muebles antiguos y  cada paso que da le parece que hace un esfuerzo inusitado. Los recuerdos vienen y van. A veces le parece que está cerca de la vida, otras que la sombra se acerca para buscarla. Ella es orgullosa y no va a deponer su resistencia. No será una partida anticipada. Se sabe hermosa. Claro ya no quiere verse en el espejo. Allí, está la verdadera y su amado compañero la sigue como si tras ella estuviera el premio mayor. Todavía él tiene la mente fresca. Ella se pierde por momentos. Tengo que ir a la escuela, dice algunas mañanas. Pero luego de un rato de silencio recuerda que hace muchos años que está jubilada. ¿Querido cuándo vienen los chicos del colegio?. Pero sabe que ya son universitarios, que están lejos. Alberto, es médico y vive en Canadá con su familia. Laurita, es farmacéutica y tiene una farmacia en la Patagonia  junto a su marido. Ernesto falleció en un viaje por la ruta a Mar del Plata, con su hijo de catorce años. Su nuera y sus dos nietas están viviendo en España. No vendrán. El país no les da oportunidades. Catalina ya cumplió setenta y tres años. Está sufriendo, dicen los médicos, una enfermedad cada día más común. Anzhaimer.
            El amor que ha unido a esta pareja, le obliga a recluirse en su casa a la espera de un remedio o de un cambio. ¡Es tan difícil! Es una enfermedad que produce un deterioro de las neuronas del cerebro. Los amigos no reciben respuesta a sus llamados, ni los vecinos, que ven preocupados como se van deteriorando ambos. Odilia, la amiga más fiel, busca comunicarse con los hijos, pero ninguno puede hacerse cargo.
            Una tarde, Catalina, ve caído en el baño a un señor. Es ese hombre que nunca la deja sola. Ella se acerca y lo toca. Está muy frío. Se queda horas junto a él. Pero no se mueve. Asustada, abre la puerta de calle y sale caminando por la acera desierta. Un muchacho, se sorprende al ver a esa dama en camisón caminando sola y la detiene un momento. Ella lo mira y le sonríe. Él, cree que la mujer sabe a dónde va. Sigue su camino. Ella, continúa por la vereda hasta llegar a una esquina donde pasan muchos automóviles. Cruza sin mirar. Un camión frena, pero no puede impedir golpearla. El chofer desesperado, la levanta y la lleva hasta una sala de auxilio. Nadie sabe quien es esa dama en dificultad.
            En el noticiero de la tarde ponen una foto de la señora. Nadie la reconoce. Es una vieja herida. Una mujer que tal vez, ha sido abandonada por sus hijos. ¿Lo ha sido? Luego por los golpes recibidos ella se duerme en un dulce sueño.
            Una semana después, el mal olor despierta sospecha en los vecinos. Llega una patrulla y abren. Él, está allí, muerto. Buscan a la dama. Un joven oficial, recuerda a la mujer del accidente viendo la foto de Catalina en la mesilla. Buscan a los hijos y ahora sí, tienen tiempo para asistir a su despedida. Cuando regresan a la casa, un silencio doloroso los envuelve. ¿ Qué nos ha sucedido? Hemos permitido que mamá  y papá se murieran, sin asistirlos. La Muerte, parada junto a la vieja foto familiar ríe a carcajadas. Otra vez atrapó a una vieja y a un anciano abandonados porque el siglo XXI es el enemigo del Amor. Ni siquiera la Señora de las Sombras llora por esa pareja que terminó su vida con amor humano.

                                   En recuerdo de Hering  y su amada esposa Teté.

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