SO Estar
acompañado, no es estar con otro; sino en otro.
Cada
ancla me atrapa en la oscuridad marina.
Soy un insólito trampolín
sin lecho límpido.
Camino sin cesar por la
ruta infinita de la orilla.
Y un mar me expulsa con
dolor de sus aguas ambarinas
Mi lecho cubierto de
guijarros es la vida agreste.
La luna me observa
escandalosa y verde.
Mi barco se desliza en la
arena hirviente
arrastrando un cometa con
hilos de perlas grises
Color de lágrimas en el
tiempo escondidas.
Y, allí estoy yo, sola
conmigo. Sin otro,
sin amor, ni alegrías, ni
sonrisas, sola.
Adentro de una mar
embravecida y misteriosa.
Las anclas se clavan en mi
vientre que envejece
dejando en el horizonte
señales luminosas.
Estoy sola como siempre. Mi
lecho helado se derrite.
No cantan las aves en la
madrugada, lloran.
Aprendí a soñar, a ver
correr los días y las horas.
Nadie escucha mi voz,
solitaria y simple.
Estoy dentro de mí, como
antes, como ahora
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