jueves, 10 de octubre de 2019

ME REGALASTE UN ROJO PROFUNDO





Me regalaste un rojo profundo
quebrando el estío en la aurora mineral del cielo.
La garganta solapada se desgrana en los laberintos.
La memoria sostiene un cáliz de metal cincelado con fuego
Me regalaste una tormenta de látigos de hielo azul.
Me quedé esperando sin pudor un ruego, una palabra
tan roja cual estrella en la penumbra,
tan desdichada, yo, en el refugio de lobos cavernarios.
Quedamos retratados en los muros de un lamento negro
Me miraba en las aguas que brotaban en la arena de un desierto añejo
¿Dónde caminaré cuando parta hacia el abismo?
Caminaré con la materia sedosa de un sudario bordado con espinas,
Con la mirada atrapada en la tierra, el barro o el cemento.
Regálame un granate, un rojo atrayente y etílico
que se derrame en mi vientre desbordado de escombros.
Ahora, seremos como águilas que espían a la luna nueva
buscando un mínimo éxtasis en la luz plateada y roja.
¡Y la mañana se declara ausente en mis labios cosidos con alambre!

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